Una apuesta por el hidrógeno
Los primeros proyectos con probabilidad a ser desarrollados –en un plazo de 2025 a 2029– es la optimización de su portafolio de cogeneración, el desarrollo de captura y almacenamiento de carbono en los centros procesadores de gas y en los complejos petroquímicos, y la puesta en marcha de un programa piloto de hidrógeno azul o verde en las instalaciones de Deer Park, la refinería que Pemex compró a Shell hace un par de años.
La estatal no da más información sobre el alcance y la operación de este proyecto de hidrógeno.
El gigante petrolero Shell se deshizo de su activo de refinación en búsqueda de centrar sus esfuerzos y capital en el negocio de petroquímicos y en su entrada a nuevos nichos, como el de producción de hidrógeno. La compañía anunció en 2022 la construcción de lo que será la planta de hidrógeno verde más grande en Europa.
Ahora Pemex parece estar dando los primeros pasos para seguir a Shell y otras compañías petroleras –incluidas estatales– que han dejado de centrarse en los hidrocarburos como única posibilidad de crecimiento.
Pemex también ha fijado como posibilidad la producción de diésel renovable en el complejo de Texas, aunque a este punto le ha dado un plazo más largo y ha dicho que podría desarrollarse en un mediano plazo, de 2030 a 2035. La compañía no ha sido específica en las inversiones que necesitaría para echar a andar estos planes y si lo haría o no a través de asociaciones con privados. Pero dice en una de las presentaciones que “algunas oportunidades podrían ser realizadas en colaboración con proyectos de gran escala en la zona industrial de Houston”.
Pemex también contempla la posibilidad de importar hidrógeno verde desde la Costa Norteamericana del Golfo de México a Nuevo León. Y ha descrito en sus prospectivas de largo plazo –a partir de 2035– la posibilidad de producir combustible sostenible de aviación y diésel renovable en el sistema nacional de refinación. También, en el mismo plazo, ha colocado la posibilidad de tener refinerías petroquímicas, hasta ahora un negocio que ha sido descuidado por la estatal en búsqueda por aumentar la cantidad de refinados del petróleo.
La calificación crediticia
El plan, que la compañía elaboró en conjunto con S&P Global Commodity Insights, fue publicado ayer por la tarde y con ello busca disminuir las preocupaciones de los analistas y el mercado, que ya demandan a Pemex abordar acciones concretas en relación con la transición energética. De no hacerlo, como ahora, la compañía podría tener más rebajas en su calificación crediticia, que ya está en grado especulativo y con ello tener menos posibilidades de acceso al mercado de deuda.
La calificadora Moody’s, por ejemplo, tiene a Pemex en su escalón más bajo de los parámetros ASG (ambientales, sociales y de gobernanza).
Algunas petroleras estatales, como Saudi Aramco y la noruega Equinor, ya han iniciado un recorrido desde hace más de un lustro para transformarse en empresas de energía, más allá de productoras de crudo y refinados.