Los datos oficiales del Programa Nacional de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional revelan una disparidad: mientras que la demanda eléctrica ha aumentado alrededor de 10% en 2023, la generación eléctrica solo ha crecido 1%. Esta brecha entre oferta y demanda se prevé que persista en los próximos años, exacerbada por fenómenos como el nearshoring, que está llevando a la relocalización de cadenas de suministro y la llegada de nuevas industrias al país.
“El año pasado teníamos el indicador de que no era suficiente la capacidad de generación que tenemos para alcanzar esta demanda y ya se pronosticaba que estos años y que los siguientes serían bastante calurosos y por lo tanto la demanda iba a crecer. Y crece por dos condiciones, sí por el clima, pero también por el nearshoring”, dice Casiopea Ramírez, una analista del sector y fundadora de la consultora Fresh Energy. “A mayor crecimiento económico mayor demanda eléctrica y por lo tanto necesitamos tener más plantas para generar esa energía”.
Infraestructura eléctrica insuficiente
La política energética del gobierno, centrada en la consolidación del control estatal sobre la generación eléctrica, ha contribuido en gran medida a la crisis actual. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha obstaculizado el ingreso de privados al sector y ha retrasado la entrada en operación de nuevas plantas, mientras que los proyectos de infraestructura de transmisión y distribución han quedado en el limbo.
La estatal anunció la construcción de algunas centrales eléctricas en el sur del país y la creación del parque solar de Puerto Peñasco, pero ninguna de estas últimas ha entrado en funcionamiento y los analistas no esperan que eso suceda pronto.
La CFE tampoco ha ejecutado proyectos de infraestructura de transmisión y distribución, un segmento del negocio que sólo la compañía puede participar.
Por otro lado, la decisión de aumentar la dependencia de las centrales hidráulicas, en un intento por incrementar la generación de energía limpia, ha sido contraproducente en un contexto de sequías persistentes que han reducido los niveles de agua en las presas. Esta falta de previsión y adaptación ante los cambios climáticos ha dejado al sistema eléctrico desprovisto de los recursos necesarios para cubrir los picos de demanda.
Lo que está sucediendo, dicen los analistas, se podría resumir de la siguiente manera: la demanda eléctrica está creciendo –sobre todo por factores climáticos- y no hay un plan de corto plazo para que la oferta del sistema de generación, distribución y transmisión de energía la iguale.
En lo que va del sexenio, la estatal CFE ha ejecutado menos de 10% de los proyectos de infraestructura necesarios para mantener satisfactoriamente el sistema. En 2022 el Cenace ya había admitido que el país podría sufrir apagones debido al “rezago” en la expansión de la red de transmisión.
La información del Cenace dice que al menos 98% de los estados de alerta –que indican que algo no funciona bien en el sistema– están relacionados con fallas o falta de infraestructura de la red nacional de transmisión o la red general de distribución.
En los últimos años la población ha aumentado, han llegado más industrias y las necesidades relacionadas a la electricidad han crecido. Como ejemplo, entre 2022 y 2023, las ventas de autos 100% eléctricos se duplicaron en el país, pasando de casi 6,000 a 13,000 unidades. Pero la red y el sistema eléctrico, por el contrario, no han evolucionado al mismo ritmo.
A menos que se tomen medidas urgentes para abordar estas deficiencias estructurales, los apagones podrían convertirse en una realidad cada vez más frecuente para el país.
¿Cómo se explica lo que sucedió el martes?
En una breve explicación el Cenace dijo que al menos una decena de centrales se desconectaron del sistema y el nivel de reserva se situó alrededor del 3%.
Los analistas explican que lo que sucedió es que una falla en alguna línea de transmisión –que pudo haber sido ocasionada por el exceso de demanda– vulneró los parámetros de operación que necesitan mantener las centrales eléctricas. Entonces éstas, a modo de seguro automático, se desconectaron del sistema porque no puede operar con los parámetros fuera de rango.
Y entonces el operador del sistema, el Cenace, comienza a desconectar centros de carga –es decir, quitar la electricidad a zonas– para reducir la demanda e intentar mantener el sistema en balance.
“Esto, digamos que es relativamente normal, pero los sistemas por eso deben tener un margen de reserva. Que si una [central] te falla, tienes una de repuesto. Pero en este caso no lo hay porque están paradas algunas plantas de privados, porque no dan permisos, porque además también les están reduciendo la capacidad de generación a algunas privadas”, dice Ramírez. “Esto tiene una alta probabilidad de continuar así porque no puedes meter, no puedes sacar plantas así de la nada y las conectar. Y no puedes poner líneas de transmisión así nada más como de la noche a la mañana”.