“En los últimos cinco años, con la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania, la industria vivió una era de platino en cuanto a los márgenes de refinación, pero ya en este 2024 no tenemos el efecto de la guerra, ni el de la recuperación de la pandemia, ya los márgenes de refinación están bajando hacía una cifra mucho más normal respecto a las ganancias históricas y ello se ha juntado con la presión ejercida por el proceso hacia energías más limpias”, añade.
Europa y China se enfrentan al mayor riesgo de cierre debido a la disminución de la demanda y las regulaciones ambientales, según el consenso de varios órganos, como la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés). Tan sólo en Europa, alrededor de 30 refinerías han cerrado desde 2009, con 90 aún complejos en operación, de acuerdo con datos de Concawe, una organización dedicada a investigar problemas ambientales relacionados con la industria de petróleo.
El papel de las refinerías en la transición energética
Grandes compañías petroleras, como ENI, British Petroleum (BP) y Shell han anunciado la venta y conversión de algunas de sus refinerías. Estas acciones no se han dado como parte de una decisión simple, sino como un cambio en la forma en que se conciben las empresas, que han pasado de definirse como grandes petroleras –como lo hicieron por décadas– a compañías productoras de energía. Para muestra el cambio de la estatal noruega Statoil, que hace unos años decidió convertirse en Equinor y ampliar su portafolio de inversión, más allá del petróleo.
El gigante Shell, por ejemplo, vendió la refinería de Deer Park a Pemex como parte de su plan de transición que incluye aumentar sus esfuerzos en la industria de petroquímica y abandonar de a poco sus planes de refinación. A la par que ha decidido desinvertir en algunos activos, el gigante holandés ha decidido convertir algunos de sus complejos –como el ubicado en Wesseling, Alemania– en una planta productora de biocombustibles. La italiana Shell ha hecho lo mismo con su refinería en Livorno, Italia.
“Las compañías privadas van buscando la rentabilidad y el crecimiento y es por ello, más el aumento en la presión de los inversionistas, que han decidido realizar cambios”, dice el analista. Y es que el auge en vehículos eléctricos y los biocombustibles han comenzado a impactar en los planes de crecimiento de las compañías petroleras, que ahora han decidido centrarse en la producción de gasolinas bajas en azufre o la turbosina renovable.
Pese a ello, la Agencia Internacional de Energía sostiene que las empresas productoras de petróleo y gas representan sólo el 1% del total de inversión en energías limpias a nivel mundial. Así aún la industria de extracción y producción de petróleo y gas es apenas una fuerza marginal en la transición energética.
“La volatilidad de los precios de los combustibles fósiles significa que los ingresos podrían fluctuar de año en año - pero el resultado es que el petróleo y el gas se convierten en un negocio menos rentable y más arriesgado a medida que se aceleran las transiciones netas cero. Los precios y la producción son generalmente más bajos y el riesgo de activos abandonados es mayor, especialmente en el sector intermedio que incluye refinerías e instalaciones para gas natural licuado”, dice la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA por sus siglas en inglés).
Las nuevas refinerías
Pese al escenario de la transición energética, el mundo expandirá su capacidad de refinación en los siguientes años. La apuesta de México por la puesta en marcha de la refinería Dos Bocas no es aislada. Las estimaciones de la EIA indican que hacia 2028 se pondrán en marcha complejos que podrían producir entre 2.6 y 4.9 millones de barriles diarios de combustibles.
Estos se adherirán a los más de 103 millones de barriles de crudo que se procesan actualmente.
Alrededor de 25 nuevas refinerías se pondrán en marcha en los próximos años, incluyendo el complejo Olmeca de Pemex. La más grande se ubicará en India y procesará 1,200 millones de barriles al día, otra más se ubica en Nigeria y tendrá capacidad de 650,000 barriles diarios. La apertura de refinerías se ha dado en sitios donde el uso de combustibles fósiles continúa en auge o al menos se ha mantenido.