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Inteligencia Artificial: el motor de la transformación hacia un mundo sostenible

El presente está marcado por la urgencia de actuar ante la crisis climática, un desafío global que requiere soluciones innovadoras. En los últimos años, la Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en una herramienta fundamental para transformar sectores económicos y acelerar la implementación de criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza).

Sin embargo, como toda tecnología disruptiva, plantea tanto oportunidades como retos, siendo al mismo tiempo parte del problema y de la solución climática. Ya no se trata únicamente de mejorar procesos o analizar grandes volúmenes de datos; ahora, la IA tiene el potencial de reimaginar la manera de hacer frente a los desafíos medioambientales, sociales y económicos.

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La IA puede ser clave para aminorar el impacto en el entorno, optimizando desde cadenas de suministro hasta redes eléctricas. En el sector energético, permite a las centrales virtuales gestionar eficientemente el flujo de energía, disminuyendo la presión sobre las plantas tradicionales. En agricultura, analiza datos para optimizar el uso de agua y fertilizantes, equilibrando productividad y sostenibilidad.

Permite a las empresas mejorar la calidad de vida de colaboradores y comunidades, promoviendo la transparencia e interacción. Además, ayuda a identificar patrones de desigualdad social, favoreciendo decisiones más inclusivas y responsables.

Juega un papel crucial en la gobernanza, facilitando el cumplimiento de regulaciones como la Directiva de Reporte de Sostenibilidad Corporativa (CSRD) en la Unión Europea, que obliga a las compañías a divulgar su huella de carbono. Asimismo, posibilita la identificación de riesgos de corrupción o el incumplimiento de políticas internas.

Papel estratégico

La adopción de la IA no solo responde a la responsabilidad empresarial de “hacer lo correcto”, sino también a una estrategia económica inteligente. Los inversionistas reconocen el valor de las soluciones impulsadas por la tecnología, especialmente en contextos ASG (o ESG por sus siglas en inglés), y las posicionan como elementos esenciales para la rentabilidad a largo plazo.

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Aunque la IA tiene una mayor huella de carbono, sus aplicaciones de sostenibilidad (como la optimización de las cadenas de suministro, la gestión del consumo de energía y la habilitación del almacenamiento de energía) pueden reducir significativamente las emisiones totales.

“La pregunta clave es si los beneficios de sostenibilidad de la IA compensan su propia demanda de energía. Nosotros creemos que sí, porque las empresas tecnológicas, muchas de las cuales son aliados estratégicos de Deloitte, están trabajando en optimizar los centros de datos y mejorar la eficiencia de la IA de forma continua. De este modo podemos garantizar que los beneficios de sostenibilidad de la IA compensen su huella”.

Daiana Beitler, socia-líder de Sostenibilidad y Cambio Climático en Deloitte Spanish Latin America.