México y Canadá serán los únicos dos países que podrán reducir la carga arancelaria mediante este mecanismo, pero aún no hay claridad sobre cómo se calculará el contenido estadounidense en las autopartes. “En el caso de los vehículos completos, ya hay una metodología establecida en el T-MEC para determinar el contenido proveniente de cada país, pero en autopartes aún no hay un procedimiento definido”, detalla la fuente consultada bajo condición de anonimato.
Hasta ahora, los fabricantes de vehículos en México han cerrado filas con el gobierno mexicano para que sea la presidenta Claudia Sheinbaum, junto con la Secretaría de Economía, quienes negocien directamente con la administración de Trump. Aunque en el sector ya se da por hecho que los aranceles sí se aplicarán, persiste una pequeña esperanza de diálogo a través de la Secretaría de Economía para suavizar el impacto.
“Lo que está haciendo la presidenta Sheinbaum es correcto al decir que no se van a anunciar medidas hasta que no llegue el 3 de abril y se sepa bien cuáles serán las condiciones de Estados Unidos”, señaló la fuente.
“Costos y mucho caos”
Desde enero, Trump ha jugado con la industria automotriz, anunciando, posponiendo y modificando los términos de los aranceles. Su política comercial ha causado un caos sin precedentes en todos los niveles de la cadena de valor. “Hasta ahora solo vemos costos y mucho caos”, dijo el CEO de Ford, Jim Farley, en febrero.
Ford ya ha estado en la mira de Trump antes. Durante su primer mandato, la empresa canceló una planta en México, avivando la retórica proteccionista del entonces presidente. Sin embargo, en lugar de construir una nueva fábrica en Estados Unidos, Ford eligió México para producir su primer vehículo eléctrico, el Mustang Mach-E. Hoy, según datos del gobierno de Estados Unidos, este modelo tiene un 91% de contenido regional, de los cuales el 78% proviene de México y solo el 13% de Estados Unidos y Canadá. Ahora, Trump busca revertir ese equilibrio.
El argumento del presidente estadounidense es que el T-MEC no ha generado los resultados esperados y que la dependencia de las importaciones automotrices amenaza la seguridad nacional.
Mientras tanto, la postura oficial de la industria apunta a que los aranceles impuestos por Estados Unidos a vehículos, camionetas y autopartes perjudican significativamente a la industria automotriz de Norteamérica. “Afecta directamente a los consumidores estadounidenses, así como a las inversiones y los empleos en los tres países”, dijo en un comunicado la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA).
Más allá de estos comunicados, las estrategias concretas aún no se conocen. Algunas marcas, como Mazda o Kia, ya buscan diversificar su producción. Miguel Barbeyto, dijo a Expansión que la firma ve en Brasil y Argentina opciones para reducir el riesgo. Kia, por su parte, incrementará los envíos de su sedán K4 a Europa.
Posibles impactos
Las estrategias individuales de cada marca dependerán de su estructura y origen. No es lo mismo la operación de las automotrices estadounidenses que la de las europeas o japonesas, y el tratamiento que recibirán tampoco será igual. La fuente consultada reveló que las automotrices alemanas y japonesas podrían ser las más afectadas porque no tienen tanto contenido estadounidense integrado en los modelos que producen en México y Canadá.
Actualmente, los vehículos importados a Estados Unidos pagan un arancel del 2.5% bajo el esquema de Nación Más Favorecida. Sin embargo, aquellos que no cumplan con el T-MEC enfrentan un 25% adicional, al que se sumará otro 25% el 3 de abril. En total, algunas empresas podrían terminar pagando un arancel de 52.5%.
Según datos de la United States International Trade Commission (USITC), proporcionados por la AMIA, el 8.2% de los vehículos terminados exportados a Estados Unidos no cumplen con el T-MEC, mientras que el 20.4% de las autopartes fabricadas en México tampoco lo hacen. Esta porción de la producción será la más afectada por los nuevos aranceles.
“Ahora más bien estamos expectantes de que algo quede firme para entender qué podemos hacer”, explicó Rubén Hoyo. Con tantas variables en juego, cualquier planificación resulta incierta. “Hay mil cosas y mil variables de las cuales incluso aún con el anuncio de hoy no sabemos qué va a pasar”, reconoció Hoyo.
La fuente consultada coincide en que la falta de definiciones concretas ha llevado a la industria a una posición de espera.
Las empresas también enfrentan la presión de sus proveedores, cuya rentabilidad depende de volúmenes de producción predecibles. Con la entrada en vigor de los aranceles a las autopartes, prevista a más tardar para el 3 de mayo, la estabilidad de la cadena de suministro se verá afectada.
Mientras tanto, las empresas mantienen su postura de cautela y evitan pronunciamientos que puedan escalar el conflicto. “Lo que tenemos para compartir en este momento es la postura que se publicó como sector por parte de AMIA”, dicen desde la planta de Volkswagen. Es decir que los aranceles impuestos por Estados Unidos a vehículos, camionetas y autopartes perjudican significativamente a la industria automotriz de Norteamérica.