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Qué motiva a los gigantes de la comida a dejar atrás los colorantes y saborizantes artificiales

Lácteos, botanas y bebidas encabezan la tendencia hacia lo saludable. La industria redefine cadenas de valor y abre espacio para proveedores de ingredientes naturales y sostenibles.
mié 15 octubre 2025 08:14 AM
Qué hay detrás de la eliminación de ingredientes artificiales en los alimentos de Bimbo y Nestlé
Los alimentos funcionales, como leches con alto contenido de proteína, logran una mayor demanda entre los consumidores. (Foto: Scott Olson/Getty Images)

Durante décadas, las góndolas de los supermercados se llenaron de productos que prometían sabor, practicidad y duración. Hoy, las mismas marcas que construyeron ese modelo —como Bimbo, Nestlé, Conagra Brands y General Mills— comienzan a desandar el camino. Están reformulando sus productos para eliminar los ingredientes artificiales y apostar por fórmulas más naturales.

El cambio supone modificar cadenas de suministro, ajustar procesos industriales y reeducar al consumidor. Aunque en apariencia responde a las nuevas regulaciones de Estados Unidos —que han prohibido colorantes como el rojo 3, por ejemplo—, el fondo del cambio es más profundo y apunta al creciente de consumidores que buscan alimentos más saludables sin renunciar al sabor.

Para Agustín Gutiérrez, socio de McKinsey & Company en México, esta tendencia está dejando de ser un nicho. “Las grandes empresas son las que tienen el mayor volumen y distribución para todos sus productos a cada rincón del país, y a la vez son las que tienen la habilidad y la escala para innovar, porque obviamente reformular productos que sigan estas tendencias que reduzcan la carga calórica o que eviten ingredientes artificiales y que a la vez tengan el desempeño funcional, el perfil de sabor y la vida de anaquel requerida requiere mucha inversión”, comenta en entrevista durante el McKinsey Forum México 2025.

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Regulación y consumidor, el doble motor de la reformulación

La pandemia fue un punto de inflexión. El interés por mantener un sistema inmune sano llevó a millones de consumidores a voltear hacia alimentos más funcionales. Hoy, esa motivación se combina con una mayor vigilancia regulatoria, especialmente en Estados Unidos, donde los lineamientos sobre aditivos y colorantes se han endurecido.

Las grandes compañías están respondiendo con una estrategia doble. Por un lado, adaptan sus portafolios para cumplir con las normas; por otro, buscan capitalizar el interés de los consumidores por opciones más limpias. En ambos casos, la inversión en innovación y reformulación es alta.

“Es una movida del ecosistema de bienes de consumo en el país, en donde que las empresas grandes puedan liderar ayuda a permear esto toda la población”, señala Gutiérrez. A su juicio, el impacto no solo se verá en los anaqueles, sino también en las cadenas de valor, donde los proveedores deberán adaptarse para ofrecer ingredientes naturales y sostenibles.

La reformulación de productos implica desarrollar nuevas fuentes de abasto, certificar procesos y asegurar consistencia en sabor y textura. A medida que las marcas amplían su alcance, también empujan una transformación más profunda en la industria alimentaria.

“El consumidor está buscando esas opciones para vivir una vida más saludable dentro de lo que cabe, pero también sin perder el factor indulgencia. Es una tendencia a nivel de proteína, mayor nivel de fibra y una menor carga calórica, temas que los ayuden a sentirse mejor siempre bajo el factor que tengan buen sabor”, explica el especialista.

En México, esta búsqueda de equilibrio entre salud e indulgencia se refleja principalmente en los segmentos de mayores ingresos, dispuestos a pagar más por un alimento que les genere bienestar. Pero, como ocurre con otras tendencias globales, comienza a permear hacia el resto del mercado.

“Hay empresas que sí quieren reformular todos sus productos y los buscan posicionar en ese nicho premium, y aunque la tendencia está liderada por la punta de la pirámide, en la base también está buscando sus momentos de indulgencia y sentirse bien consigo mismos”, dice Gutiérrez.

Las categorías donde este cambio se hace más visible son los lácteos, las botanas y las bebidas. En el caso de los productos lácteos, la tendencia hacia un mayor contenido de proteína ha revertido la caída en ventas que registraba el sector en Estados Unidos. “Lácteos, en mercados como Estados Unidos, estaba en declive, ahora retoma el crecimiento con productos con mayor contenido de proteína”, señala el socio de McKinsey.

Nuevos valores nutricionales

El interés por comunicar atributos saludables —como “más proteína”, “menos azúcar” o “con probióticos”— se refleja también en el diseño de los empaques, que se han convertido en un canal de información clave. La transparencia y la funcionalidad son hoy parte del mensaje de venta.

Este fenómeno también está impulsando nuevos formatos de distribución. “Esta tendencia empieza a permear y empezamos a encontrar productos saludables en cadenas más populares, incluso uno de los puntos más relevantes para la venta de ciertos alimentos premium es el canal hard discount”, declara Gutiérrez.

Tiendas como Tres B han comenzado a integrar productos naturales dentro de su oferta. Un ejemplo es la marca YEMA, que tradicionalmente vendía en línea y ahora coloca algunos de sus snacks en tiendas físicas, aunque por ahora solo en zonas específicas como Polanco.

Esa presencia, limitada pero creciente, muestra cómo las categorías premium pueden expandirse hacia nuevos públicos gracias a la capilaridad de estos canales de bajo costo. El especialista afirma que las tiendas de descuento se ubican como uno de los canales emergentes con mayor crecimiento, con un buen desempeño de las categorías premium.

La reformulación, sin embargo, no está exenta de retos. Las grandes marcas saben que eliminar colorantes, conservadores y saborizantes artificiales puede afectar la percepción sensorial de los productos. Por eso, la inversión en investigación es clave para mantener el sabor y la textura que los consumidores asocian con la marca.

Más que una moda, la transición hacia lo natural se perfila como un cambio estructural en la industria. Las regulaciones marcan el ritmo, pero es el consumidor quien define la dirección. Y en esa dirección, los gigantes de la alimentación ya se mueven.

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