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Hoteles vacíos y vuelos en picada exhiben el declive del turismo en Tulum

La sobreoferta, los altos precios y la pérdida de turistas nacionales han vaciado hoteles y restaurantes en el destino que antes simbolizaba el lujo tropical.
mar 14 octubre 2025 05:52 AM
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El encarecimiento del hospedaje y los servicios, junto con la inseguridad y el sargazo, empujan a Tulum a una crisis que exhibe el agotamiento del modelo turístico de lujo. (Foto: Elizabeth Ruiz/Cuartoscuro)

Las playas lucen desiertas, los restaurantes operan a media capacidad y los vuelos llegan a cuentagotas. El paraíso que durante la pandemia se consolidó como uno de los destinos más deseados del Caribe mexicano atraviesa su temporada más difícil en años. Según el Sistema de Información Turística de Quintana Roo, Tulum registra una de sus peores cifras de ocupación hotelera y tráfico aéreo desde su auge como destino internacional.

En la última semana de septiembre, apenas llegaron 24 vuelos nacionales y 24 internacionales al aeropuerto de Tulum, una cifra que contrasta con las expectativas generadas tras la apertura de la terminal en 2023. La ocupación hotelera, por su parte, se ubicó en 49.2% de los 11,882 cuartos disponibles, por debajo de Cancún (58.2%) y la Riviera Maya (49.5%).

Conrad Bergwerf, expresidente de la Asociación de Hoteles de la Riviera Maya, identifica tres factores que han llevado al destino a este bache: el sargazo, la inseguridad y la sobreoferta de alojamiento, tanto en hoteles como en plataformas Airbnb. A ello se suma la pérdida de una “temporada intermedia” de vacacionistas, lo que ha reducido el flujo de visitantes fuera de los periodos de alta demanda.

“(En los últimos años) hubo sobreprecio, abuso de tarifas y una sobreoferta. Pensaban que siempre iban a estar en vacas gordas”, declara Bergwerf.

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Un destino para el turismo internacional

Durante años, Tulum vivió una explosión inmobiliaria con proyectos de lujo y sostenibilidad que elevaron la plusvalía de la región. Sin embargo, el aumento de precios también desplazó al turismo nacional, que históricamente llenaba los hoteles durante los fines de semana largos y vacaciones cortas.

Según la consultora The Talks, la Riviera Maya, de la que Tulum forma parte, recibió en 2024 un total de 12.2 millones de turistas, de los cuales 9.7 millones fueron extranjeros. En comparación, los visitantes nacionales sumaron apenas 2.5 millones.

Esa brecha refleja el cambio estructural en la composición del turismo de la región, donde los visitantes locales —tradicionalmente el colchón de estabilidad en temporadas bajas— ya no encuentran opciones que se ajusten a su presupuesto, mientras que aquellos con poder adquisitivo prefieren conocer un destino internacional.

“El turista (local) más selectivo busca otros países y destinos, prefieren conocer destinos internacionales. Hay quien va con una oferta a Argentina o España y detrás de esto está que si gasta lo mismo aquí que en el extranjero, va a preferir conocer otro país”, apunta Bergwerf.

El nuevo aeropuerto de Tulum, inaugurado en 2023, cuenta con 18 destinos —cuatro nacionales y 14 internacionales— operados por 13 aerolíneas. Sin embargo, el tráfico de pasajeros ha sido menor al esperado. “Pensaban que el aeropuerto iba a resolver la conectividad y traer más visitantes, pero no ha sido así”, agrega el empresario hotelero.

A esta dinámica se suma un factor ambiental que golpea directamente la experiencia del viajero: el sargazo. Entre abril y octubre, el litoral de Tulum se cubre con esta macroalga, cuyo olor y aspecto contrastan con la imagen de lujo y naturaleza que hizo famoso al destino durante la última década. Este año, las autoridades reportan entre 84,000 y 85,000 toneladas recolectadas. Las playas, antes cristalinas, se tornan marrones, los hoteles invierten en limpieza diaria y los restaurantes frente al mar ven disminuir su clientela.

Precios altos

En redes sociales circulan videos de la zona hotelera mostrando restaurantes vacíos, playas solitarias y locales cerrados con letreros de “se renta”. “Es temporada baja y no viene tanta gente, es normal porque al inicio del otoño no hay vacaciones, pero sí es real que hay menos turistas que otras temporadas bajas”, comenta un locatario en uno de los videos compartidos en TikTok.

Tulum se posiciona como el destino más caro de la Riviera Maya para hospedarse en Airbnb. Según datos de AirDNA, el municipio cuenta con 5,097 unidades en renta, frente a las 6,929 de Playa del Carmen y las 5,249 de Cancún, pero registra una tarifa promedio por noche de 185 dólares, es decir, un 27% más que en Playa del Carmen y un 26% más que en Cancún.

En los hoteles de lujo, los costos se disparan: La Valise Tulum cobra 480 dólares por noche (unos 8,865 pesos), mientras que el Hilton Tulum Riviera Maya ofrece habitaciones desde 221 dólares (3,915 pesos) bajo esquema todo incluido.

El costo de los alimentos y bebidas también se ha vuelto prohibitivo. En testimonios compartidos en redes sociales, visitantes reportan que una hamburguesa puede costar 400 pesos y un burrito 350.

A los altos costos de hospedaje, bebidas y alimentos se suma la llegada de la Secretaría de la Defensa Nacional a la administración del Parque Nacional del Jaguar. Desde diciembre de 2024, el área natural protegida es operada por el Grupo Mundo Maya —empresa pública creada por el gobierno federal para manejar proyectos turísticos y de infraestructura—, lo que trajo consigo nuevas cuotas y restricciones de acceso.

Hoy, ingresar al parque implica pagar 415.37 pesos si se es extranjero, 255 si se es nacional y 105 para residentes de Quintana Roo, además de 100 pesos adicionales para acceder a la zona arqueológica. Estos cobros, que antes no existían o eran simbólicos, han provocado que muchos visitantes busquen alternativas más accesibles.

La inseguridad completa el cuadro de un destino en crisis. De acuerdo con el Observatorio Nacional Ciudadano, Tulum se convirtió en el municipio más violento de Quintana Roo, con una tasa de 529 delitos por cada 100,000 habitantes en agosto de 2025 –el último dato disponible–, frente a los 393 registrados un año antes. La cifra supera incluso la de Benito Juárez, donde se ubica Cancún, con 287 delitos por cada 100,000 habitantes.

Un nuevo impulso a Tulum

Ante la caída en la afluencia, el gobierno municipal busca medidas para reactivar la economía local. Diego Castañón, alcalde de Tulum, presentó una iniciativa para garantizar el acceso libre a las playas, permitiendo la entrada sin cover o consumo mínimo en algunos hoteles y restaurantes. Sin embargo, se prohíbe ingresar con alimentos, bocinas o sombrillas, lo que ha generado críticas sobre la persistente privatización del litoral.

Mientras tanto, muchos empleados del sector servicios han migrado a destinos vecinos como Playa del Carmen o Cancún, donde aún hay más oportunidades laborales. “En Cancún o Playa del Carmen también se siente ‘la baja’ pero hay más gente y sí hay trabajo, aunque en menor medida que en las altas. En Tulum parece que está muerto y no hay ni trabajo ni nada”, dice Alejandro Carmona, mesero de la zona.

Desde el sector empresarial, la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco Servytur) impulsa estrategias para mantener a flote el flujo de visitantes. “El objetivo es mantener la presencia del destino y estimular el flujo de visitantes nacionales durante esta temporada, con el fin además de impulsar la actividad de los negocios familiares que viven del turismo”, dice Octavio de la Torre, presidente del organismo.

Una de las iniciativas recientes fue “La Gran Escapada: el Buen Fin del Turismo”, celebrada en mayo, además de la colaboración con la campaña federal “Visita Tulum”. Sin embargo, los resultados aún no se reflejan en los indicadores del sector.

El impacto de la caída turística va más allá de los hoteles. Comerciantes, transportistas y prestadores de servicios resienten la falta de visitantes. “Está súper castigado. Entre la inseguridad y que hay muchos otros destinos que están impulsando más. Bodas y otros eventos como estos se hacen más así en Punta Cana y Colombia que en Cancún”, señala Adriana Gómez, trabajadora del sector.

La falta de promoción turística a nivel nacional ha sido otro factor determinante. “El Consejo de Promoción Turística de Quintana Roo (CPTQ) hace una buena labor, pero competimos como estado contra países que tienen presupuestos mucho más grandes”, advierte Bergwerf. Desde la desaparición del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM), los esfuerzos de difusión internacional han recaído en los estados y en la iniciativa privada.

El desgaste de Tulum también refleja el agotamiento de un modelo que apostó por el turismo de alto poder adquisitivo, pero descuidó la sostenibilidad económica del destino. Los precios excesivos, la inseguridad y la sobreexplotación de la infraestructura han erosionado la experiencia que alguna vez atrajo a miles de visitantes.

Hoy, el pueblo que creció entre la selva y el Caribe parece atrapado entre su éxito pasado y un futuro incierto. El reto será recuperar el equilibrio entre exclusividad y accesibilidad, antes de que el paraíso quede vacío.

Con información de Diana Zavala

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