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México se acerca a la revisión del T-MEC con una peligrosa dependencia energética

El país llega a la revisión del T-MEC con alta dependencia de gas y combustibles estadounidenses, lo que limita su margen de negociación y plantea retos para lograr autosuficiencia energética.
mar 21 octubre 2025 03:54 PM
La revisión del T-MEC encuentra a México en su punto más frágil por su dependencia energética
Alrededor del 70% del gas natural que se consume en el país proviene de importación, principalmente de ductos que cruzan la frontera con Texas. (Cortesía )

En medio de la cuenta regresiva hacia la revisión del T-MEC, México llega con una debilidad que lo vuelve más vulnerable que nunca frente a sus socios comerciales: su dependencia del gas natural y de los combustibles provenientes de Estados Unidos. Esa relación energética, que durante años funcionó como un soporte para el crecimiento industrial, hoy se convierte en un punto de presión que reduce su margen de negociación.

La aspiración de autosuficiencia energética ha sido uno de los discursos más insistentes del gobierno mexicano. Sin embargo, los datos revelan lo contrario. Alrededor del 70% del gas natural que se consume en el país proviene de importación, principalmente de ductos que cruzan la frontera con Texas. En el caso de las gasolinas, la dependencia de los suministros varía según la temporada, pero se mantiene entre 40% y 60%.

Dejar de depender de ese flujo sería, en palabras de los analistas, casi imposible en el corto plazo.

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Para Carlos Pascual, vicepresidente senior y jefe de Geopolítica y Asuntos Internacionales en S&P Global Commodity Insights, el problema, no es sólo económico, sino logístico y estructural, en tanto que el país no tiene la infraestructura suficiente para sustituir por completo esos suministros.

La situación se complica aún más cuando se compara el costo de las gasolinas producidas localmente con el de las importadas. “Hay que ver cuál sería el costo del producto en comparación con el de importación. La realidad es que hay mucha incertidumbre alrededor de todo eso que no se ha definido”, apuntó.

En otras palabras, alcanzar la autosuficiencia significaría no sólo reestructurar la política de precios del petróleo nacional, sino también redefinir la operación de Pemex y las reglas del mercado energético. Algo que, por ahora, está lejos de resolverse.

La revisión del T-MEC encuentra a México en su punto más frágil por su dependencia energética
Carlos Pascual, vicepresidente senior y jefe de Geopolítica y Asuntos Internacionales en S&P Global Commodity Insights. (Daniel Velázquez)

Ante esta realidad, Pascual plantea una ruta más realista: reducir la dependencia, no eliminarla. “México puede utilizar sus recursos renovables para que en el tiempo, a lo mejor no se llega a la autosuficiencia porque sí se va a seguir necesitando la importación de gas por mucho tiempo, pero sí se puede disminuir la dependencia con otras fuentes de generación”, señaló.

Eso implicaría impulsar nuevas inversiones en energía solar, eólica y geotérmica, sectores en los que el país tiene potencial, pero que en los últimos años se han visto frenados por cambios regulatorios y decisiones políticas. “México va a atraer más atención sobre qué hace en su política para impulsar la inversión en energía renovable y cómo eso puede diversificar la dependencia de combustibles”, agregó.

Desencuentros pasados

El problema es que el momento político no ayuda. Durante los últimos años, la inversión energética —y la inversión en general— se ha visto afectada por la incertidumbre regulatoria. Las reformas impulsadas durante el sexenio pasado, como la energética y la desaparición de órganos reguladores, provocaron que muchos capitales se replegaran.

En 2020, Estados Unidos incluso inició un proceso de consultas bajo el amparo del T-MEC al considerar que los cambios promovidos en México violaban los compromisos del tratado. Aunque no se llegó a un panel de resolución de disputas, el mensaje fue claro: Washington y Ottawa estaban dispuestos a defender sus inversiones frente a las políticas de fortalecimiento estatal.

Ese desencuentro marcó un precedente incómodo que aún pesa en la relación trilateral. A pocos meses de la revisión del acuerdo, la confianza de los inversionistas sigue siendo uno de los temas más delicados.

El próximo año, México, Estados Unidos y Canadá deberán sentarse a revisar los términos del tratado. En teoría, se trata de una evaluación técnica para actualizar compromisos. En la práctica, podría convertirse en una renegociación política donde cada país busque imponer sus prioridades.

“De que será una renegociación, eso es lo que estamos ciertos que es lo que va a acontecer, aunque no sabemos todavía cómo se va a mover”, reconoció Pascual. Según el analista, los tres gobiernos llegan con perspectivas distintas y agendas nacionales más marcadas que en 2020.

El discurso proteccionista de Trump

En el caso de Estados Unidos, el regreso del discurso proteccionista de Donald Trump cambia por completo el tablero. “Tenemos más incertidumbre que en cualquier otro punto que hemos tenido”, advirtió Pascual.

“Vemos un cambio fundamental en la manera en la que el presidente Trump considera el orden internacional basado en reglas de independencia y transparencia, a uno que es nacionalista y proteccionista”, explicó.

Según el experto, Washington ha empezado a usar su poder económico como herramienta política. “Eso es lo que estamos viendo en la relación con México y el control en temas como fentanilo, migración y cárteles, y eso se ha integrado con la negociación comercial”, señaló.

Esa mezcla de seguridad, política y economía crea un entorno volátil. “Puede cambiar en cualquier momento según los intereses políticos”, advirtió Pascual. Y mientras tanto, México depende de su vecino del norte para mover buena parte de su economía.

El desafío, entonces, no sólo será mantener acceso al mercado más grande del mundo, sino hacerlo sin comprometer su propia estabilidad energética. En un escenario donde los aranceles al acero, el control del gas o las reglas de contenido regional pueden usarse como moneda de cambio, la posición de México luce frágil.

Para Pascual, la salida está en mirar la región como un bloque integrado, no como economías aisladas. “Se tiene que analizar este tema desde el punto de vista de la competitividad de América del Norte y no como país en lo individual”, concluyó.

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