El viernes, en el Instituto Tecnológico de Hermosillo, la empresaria presentó junto con su equipo el primer modelo a escala de lo que pretende ser el primer auto eléctrico diseñado y fabricado en la entidad. La institución educativa no será solo sede del evento, sino que formará parte del desarrollo tecnológico del proyecto, que desde su origen busca unir al sector académico con el empresarial.
¿Cómo será el auto de BMC?
BMC nace con la intención de crear un vehículo adaptable a las necesidades de cada cliente, desde transporte de personal hasta distribución ligera. La apuesta es combinar flexibilidad, diseño y eficiencia.
“Diseñé un vehículo en un nicho de mercado para que no haya hoy ningún otro igual, por eso tienes un interior de avión, butacas de avión y tú decides qué cantidad de pasajeros quieres que tenga o si quieres que sea de carga o que sea algo totalmente novedoso, la combinación de pasajero y carga”, explica Miguel Ángel Bravo, socio fundador y CCO de la compañía.
El concepto busca ser práctico y modular. Las primeras pruebas del prototipo consideran un piso que integrará las celdas de batería, con autonomías que podrán ir de 350 a 450 kilómetros por carga, y configuraciones de 55 hasta 120 kWh, según el modelo.
La manufactura de las baterías también tiene una ruta escalonada. En su primera etapa, los paquetes se ensamblarán con celdas de litio importadas desde Estados Unidos, pero la meta es reemplazarlas con materiales locales. “En la segunda etapa, la idea es fabricar la batería completa desde la celda. Para responder más rápido al mercado, decidimos iniciar con celdas de Estados Unidos y después producir celdas mexicanas”, explica Bravo.
Un esquema de integración local
Más allá del diseño y la ingeniería, el plan tiene una ambición económica: crear un ecosistema industrial local. Para lograrlo, BMC plantea un modelo de “proveedor privilegiado”, mediante el cual las empresas que se integren al proyecto desde el inicio podrán asegurar contratos de largo plazo.
“Lo que proponemos es comenzar una primera línea (con capacidad para ensamblar) 18,000 vehículos, luego poner la planta de baterías desde las celdas para hacer una articulación vertical como la de BYD o Tesla”, detalla el cofundador.
Los empresarios estiman que su vehículo alcanzará un Valor de Contenido Regional (VCR) de entre 70 y 80%.
“Si empresas como Vitro deciden sumarse al clúster, podrán proveer de inmediato los vidrios, no solo para el showcar, sino también para el prototipo funcional, asegurando así su participación. Lo mismo buscamos con proveedores de asientos, interiores y otros componentes; estamos en negociaciones”, afirma Gallegos.
El calendario del proyecto ya está trazado. En el primer semestre de 2026, BMC planea presentar su showcar, una primera versión conceptual del vehículo. Hacia finales del mismo año, el objetivo es mostrar un prototipo funcional. La producción a gran escala llegaría entre tres y cinco años después.
Bravo asegura que esta fase inicial es decisiva. “El 70% del desarrollo de cualquier vehículo, en cualquier automotriz internacional, se define en esta etapa: la del showcar y el prototipo funcional. La fabricación viene después. El reto es proponer un modelo para un nicho específico del mercado, el de movilidad como servicio, y de ahí la importancia del lanzamiento de hoy”, explica.
El concepto de movilidad como servicio —que combina transporte compartido, digitalización y eficiencia energética— es una tendencia creciente en el mercado global. BMC quiere posicionarse justo en ese punto de convergencia.
Detrás del impulso empresarial está también el contexto estatal. Sonora es pieza clave del Plan Sonora de Energías Sostenibles, que busca desarrollar una industria de litio y energía solar capaz de competir internacionalmente. BMC se inserta como un eslabón más de esa estrategia.
Para Gallegos, esa transición es simbólica. Después de décadas en las que empresarios locales ayudaron a multinacionales a instalarse en México, ella cree que ha llegado el momento de que una automotriz nazca desde dentro.
El reto es enorme: requerirá inversión sostenida, validación técnica, certificaciones internacionales y una red de distribución. Pero el entusiasmo con el que se presentó el primer modelo a escala en Hermosillo muestra que, al menos en su fase inicial, el proyecto ya logró lo más importante: despertar la imaginación industrial del estado.