¿Qué es una coquizadora?
En la práctica, las coquizadoras son el último eslabón en el procesamiento del petróleo. Su función es transformar los residuos más pesados, como el combustóleo, en productos de mayor valor comercial, como gasolinas o diésel.
Según el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), el proceso ocurre a temperaturas superiores a los 482 grados centígrados. A esa intensidad, el combustóleo se somete a un “craqueo térmico”, una ruptura molecular que permite obtener fracciones más ligeras y rentables.
Aun así, este proceso genera un subproducto conocido como coque, utilizado como aditivo en plantas cementeras. Este material, aunque menos problemático que el combustóleo, también requiere un manejo especializado y condiciones de almacenamiento seguras.
El combustóleo sigue siendo uno de los mayores pasivos del sistema de refinación mexicano. Representa entre 30% y 35% de los productos obtenidos del crudo nacional, altamente pesado y con alto contenido de azufre.
Antes de terminar la administración de López Obrador, el entonces director Octavio Romero Oropeza había asegurado que las coquizadoras entrarían en operación pronto: una a finales de 2024 y otra en el primer trimestre de 2025. Pero eso no sucedió.
En la conferencia matutina del 19 de julio de 2024, Romero aseguró que la obra de Tula “va a entrar ya en producción completa en el primer trimestre de 2025”, mientras que la de Salina Cruz “no nos va a dar tiempo de terminar, pero la vamos a dejar en el 67% de avance”. La realidad actual muestra que ambas metas quedaron por debajo de lo prometido.
El exfuncionario también sostuvo que la operación de las coquizadoras permitiría alcanzar casi la autosuficiencia energética. “Cuando lleguemos a septiembre sólo se van a comprar 52 mil barriles diarios, y en el primer trimestre del 25, ya con la entrada en pleno de la coquizadora de Tula, vamos a haber logrado el 98% de la autosuficiencia en combustibles”, afirmó entonces. Esa meta tampoco se concretó.
El peso del combustóleo y la promesa inconclusa
A un año de la gestión de Víctor Rodríguez Padilla al frente de Petróleos Mexicanos (Pemex), la empresa reconoce que ambos proyectos siguen “en desarrollo” y que aún no existe una fecha estimada para su conclusión. Este retraso pospone la meta de producir más combustibles y prolonga la dependencia de México respecto a las importaciones de gasolinas.
“Para afrontar los retos de la sostenibilidad, la destrucción del combustóleo, que es la fracción más pesada de los hidrocarburos cuando son procesados, se están construyendo y seguimos construyendo las plantas coquizadoras de Tula y Salina Cruz, que empezaron a realizarse en la administración pasada y con las cuales tenemos un avance de 85% y 74%”, aseguró Rodríguez Padilla el pasado viernes.
El directivo defendió la continuidad de los proyectos y su relevancia dentro del sistema nacional de refinación. “Estos proyectos serán cruciales para reducir la producción de combustóleo y aumentar la de combustibles de alto valor”, añadió durante su comparecencia.
Para Esteban Pagés, analista del sector y fundador de Cápsula Energética, el retraso de estos proyectos compromete el desempeño de todo el sistema nacional de refinación. “Es mucha la importancia de estos activos porque repuntarán la producción de combustibles y es ahí donde recae la importancia de dichos activos”, explicó.
Pagés advirtió que cada coquizadora representa una inversión de alrededor de 60,000 millones de pesos y una complejidad técnica considerable. “La contraparte es el costo, porque estamos hablando de inversiones de unos 60,000 millones de pesos por coquizadora y son proyectos de ejecución compleja, pues estamos hablando de que sin ellos se hace trabajar a las refinerías a marcha forzada con consecuencias como accidentes o incendios”, señaló.
La falta de infraestructura para procesar este residuo obliga a la petrolera a venderlo a precios bajos o destinarlo a la generación eléctrica, con altos costos ambientales. La entrada en operación de las coquizadoras, por tanto, no solo tiene implicaciones económicas, sino también ambientales y de salud pública.