Un sector que no quiere quedar fuera del debate
El argumento central es que la integración de Norteamérica exige una visión común sobre exploración, permisos, seguridad jurídica y atracción de capital. Hoy, esos temas se discuten de forma fragmentada entre agencias regulatorias con prioridades distintas, lo que limita la construcción de una estrategia regional para asegurar el abasto de minerales clave para la transición energética.
La presión por diversificar suministros y reducir la dependencia de China agrega urgencia. El bloque norteamericano compite por litio, cobre, plata, grafito y otros insumos que ya son parte del tablero geopolítico global. Para México, que ha visto caer la inversión en exploración, incluir estos temas en el T-MEC es una ruta para preservar competitividad.
Pedro Rivero, presidente de la Camimex, explicó que la industria ha participado en los procesos de consulta abiertos por el gobierno mexicano para identificar prioridades rumbo a la revisión del acuerdo. También han buscado construir una narrativa común con sus pares de Estados Unidos y Canadá para alinear objetivos y fortalecer su interlocución.
“Se trata de ver en qué somos competentes, en qué tenemos fuerzas como bloque y en qué pudiéramos nosotros sugerirle a nuestros gobiernos, cada uno por su lado, y de lo que nosotros creemos que nos pudiera ser fuerte este como sector. Entonces por supuesto que participando a través de esos canales formales, tratando de impulsar que la minería sea considerada como lo que debe de ser que es una actividad relevante para la para la independencia y que es una actividad básica”, aseguró.
Rivero sostiene que un enfoque regional permitiría acelerar la adopción de estándares comunes, reducir duplicidades regulatorias y facilitar proyectos transfronterizos en un entorno donde la demanda de minerales estratégicos crece año con año.
Karen Flores, directora general de la Camimex, coincidió en que uno de los puntos críticos es impulsar la producción responsable como política de bloque. Señaló que los tres países deben apuntar hacia una fortaleza minera norteamericana que dependa menos de proveedores externos.
Competencia y desigualdad dentro del bloque
En paralelo, el sector insiste en que la competitividad también pasa por un marco fiscal equilibrado. Para Rubén de Jesús Del Pozo, presidente de la Asociación de Ingenieros de Minas, Metalurgistas y Geólogos de México (AIMMGM), incluir a la minería en la revisión del tratado es esencial para garantizar condiciones parejas entre los tres países.
“Nosotros tenemos una carga impositiva y no se vale que en Estados Unidos o en Canadá tengan otra distinta. Si queremos operar como bloque hay que unificar criterios, eso es importante porque nos permite homogeneizar las condiciones y para poder salir a competir al mercado mundial, por eso es indispensable”, aseguró.
El directivo señala que México compite hoy bajo una normatividad que eleva costos y coloca a las empresas en desventaja frente a sus pares estadounidenses y canadienses. “A nosotros nos cuesta más y en el mercado vale lo mismo la onza de plata, de oro, de lo que sea, valen lo mismo, pero producirlo en México cuesta (…) y si estamos en un tratado no debe ser así”, aseveró a Expansión.
Uno de los factores que más presionan la operación son los impuestos, incluidos gravámenes ecológicos y cargas adicionales aplicadas de forma homogénea a toda la actividad minera. Del Pozo advierte que esa estructura no distingue entre proyectos rentables y yacimientos que apenas alcanzan el umbral económico para operar.
“Hay yacimientos que muy apenas pasan la mínima línea para ser económicamente costeables, pero tienen que pagar las misma tasa que aquellas que son muy ricas, entonces eso los vuelve incosteables, los que ponen los impuestos piensan que todas las minas son iguales, y no lo son”, agregó.
La discusión fiscal se suma a otro tema que el sector considera urgente: la falta de nuevas concesiones y la ausencia de un programa de exploración que permita reponer reservas. Durante la Convención Internacional de Minería 2025, las empresas reiteraron que, sin cambios legales, será difícil sostener una actividad que alimenta a 192 sectores económicos.
Esa inquietud se cruza con los tiempos políticos de la revisión del T-MEC. Si la agenda trilateral incorpora la minería como sector estratégico, México podría tener un incentivo adicional para ajustar su marco regulatorio y salir del estancamiento que ha frenado nuevos proyectos desde hace casi una década.
Para las empresas, un capítulo minero permitiría incluir mecanismos de cooperación, estándares compartidos y reglas para inversiones que otorguen certidumbre en un momento en que el capital global se mueve con cautela ante riesgos geopolíticos.