Ford informó que ahora acelerará su apuesta por modelos a gasolina y vehículos híbridos, lo que implicará la contratación de miles de trabajadores en el mediano plazo, aunque reconoció que habrá recortes en el corto plazo en una planta de baterías en Kentucky operada de manera conjunta.
La empresa prevé que para 2030 su mezcla global de híbridos, eléctricos de rango extendido y eléctricos puros represente 50% de sus ventas, frente al 17% actual, reflejando un ajuste gradual y no un abandono total de la electrificación.
El cargo por deterioro de activos se reconocerá principalmente en el cuarto trimestre, pero se extenderá hasta 2027, como parte de un proceso de reorganización financiera de largo plazo.
Del total de 19,500 millones de dólares, alrededor de 8,500 millones corresponden a la cancelación de modelos eléctricos planeados; 6,000 millones a la disolución de una empresa conjunta de baterías con la surcoreana SK On, y 5,000 millones a gastos relacionados con programas.
Pese al ajuste, Ford elevó su guía de utilidades operativas ajustadas (EBIT) para 2025 a cerca de 7,000 millones de dólares, desde un rango previo de 6,000 a 6,500 millones.
Tras el anuncio, las acciones de Ford subieron alrededor de 1% en operaciones posteriores al cierre del mercado.
El golpe a la electrificación
El repliegue de Ford refleja un cambio más amplio en la industria automotriz, luego de que los fabricantes invirtieran cientos de miles de millones de dólares en electrificación a inicios de la década.
El panorama se deterioró este año, cuando la administración de Donald Trump retiró apoyos federales a los vehículos eléctricos y flexibilizó las normas de emisiones, reduciendo los incentivos para acelerar la transición.
Las ventas de vehículos eléctricos en Estados Unidos cayeron alrededor de 40% en noviembre, tras la expiración de un crédito fiscal de 7,500 dólares que había estado vigente por más de 15 años.
A ello se sumó la decisión del gobierno estadounidense de congelar las multas por incumplimiento de las normas de eficiencia de combustible, incluida en el paquete fiscal aprobado en julio.
La F-150 Lightning, lanzada en 2022 con gran expectativa mediática, incrementó su producción para atender 200,000 pedidos iniciales, pero las ventas no lograron sostener ese ritmo.
Hasta noviembre, Ford vendió 25,583 unidades de este modelo, lo que representó una caída de 10% frente al mismo periodo del año anterior.
La camioneta T3, que debía fabricarse en un nuevo complejo en Tennessee y ser el eje de la segunda generación de vehículos eléctricos de Ford, será sustituida por camionetas a gasolina que comenzarán a producirse en esa planta a partir de 2029.
Un giro hacia híbridos y modelos accesibles
Con este anuncio, Ford prácticamente canceló su segunda generación de vehículos eléctricos y reorientó su estrategia futura hacia modelos más accesibles desarrollados por un equipo especial en California.
El primer vehículo de este nuevo enfoque será una camioneta eléctrica mediana con un precio estimado de 30,000 dólares, cuya comercialización está prevista para 2027, y que se fabricará en la planta de Louisville.
“En lugar de gastar miles de millones adicionales en vehículos eléctricos grandes que hoy no tienen una ruta clara hacia la rentabilidad, estamos reasignando ese capital a áreas con mayores retornos”, dijo Andrew Frick, responsable de las operaciones de vehículos a gasolina y eléctricos de Ford.
A inicios de este año, la empresa anticipó que su negocio de vehículos eléctricos perdería alrededor de 5,000 millones de dólares, una cifra similar a la de 2024, aunque ahora prevé alcanzar la rentabilidad en 2029.
El ajuste de Ford se suma a movimientos similares de General Motors, que asumió un cargo de 1,600 millones de dólares por cambios en sus planes de electrificación, y de Stellantis, que canceló una pickup eléctrica de Ram y reforzó su apuesta por híbridos, en un mercado cada vez más selectivo.
Con información de Reuters