El coronavirus (COVID-19) estimuló la inclusión financiera, impulsando un aumento en los pagos digitales en casi todo el mundo. A su vez este efecto también creo nuevas oportunidades económicas como la reducción de la brecha de género en la titularidad de cuentas y la resiliencia en los hogares para gestionar mejor las crisis financieras”, señaló este miércoles el Banco Mundial (BM) en su reporte Global findex 2021.
El COVID detona una mayor inclusión de los servicios financieros, señala el BM
“La revolución digital ha catalizado aumentos en el acceso y uso de servicios financieros en todo el mundo, transformando las formas en que las personas hacen y reciben pagos, piden prestado y ahorran”, dijo el presidente del Grupo Banco Mundial, David Malpass, citado en el reporte.
“La creación de un entorno político propicio, la promoción de la digitalización de los pagos y la ampliación adicional del acceso a cuentas formales y servicios financieros entre las mujeres y los pobres son algunas de las prioridades políticas para mitigar los retrocesos en el desarrollo debido a las crisis superpuestas en curso”, añadió.
El COVID también ha llevado a un mayor uso de pagos digitales. En las economías de ingresos bajos y medianos (excluida China), más del 40 % de los adultos que realizaron pagos comerciales en la tienda o en línea con tarjeta, teléfono o Internet lo hicieron por primera vez desde el comienzo de la pandemia.
Lo mismo ocurrió con más de un tercio de los adultos en todas las economías de ingresos bajos y medianos que pagaron una factura de servicios públicos directamente desde una cuenta formal. En India, más de 80 millones de adultos realizaron su primer pago comercial digital después del comienzo del coronavirus, mientras que en China lo hicieron más de 100 millones de adultos.
Dos tercios de los adultos en todo el mundo ya hacen o reciben un pago digital, y la proporción en las economías en desarrollo pasó de 35% en 2014 al 57% en 2021.
Mientras que en las economías en desarrollo, el 71% de los adultos tiene una cuenta en un banco, otra institución financiera o con un proveedor de dinero móvil, en comparación con el 63% en 2017 y el 42% que se registró en 2011. Las cuentas de dinero móvil impulsaron un gran aumento en la inclusión financiera en el África subsahariana.