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Una incómoda verdad para BlackRock: ser ecológica no será fácil

Larry Fink, director ejecutivo de la administradora de fondos, informó que la firma saldrá de sus inversiones de deuda y capital en productores de carbón térmico en sus carteras activas.
mar 14 enero 2020 12:59 PM
Cambio climático
Los manifestantes contra el cambio climático han presionado a BlackRock para que se desprendiera de las compañías de combustibles fósiles y otras que contribuyen al calentamiento global.

De golpe, Larry Fink se convirtió en uno de los defensores más poderosos de la inversión ecológica en las finanzas globales.

Pero detrás de su nuevo impulso de inversión sostenible en BlackRock, que hizo público hoy su director ejecutivo y cuya estrategia incluye salir de las inversiones de deuda y capital en productores de carbón térmico en sus carteras activas, se encuentra una verdad incómoda: volverse ecológico no será fácil ni rápido.

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Hoy en día, los fondos de BlackRock tienen una participación del 6,7% en Exxon Mobil, por ejemplo, así como 6,9% en Chevron y 6% en Glencore. Además, con toda probabilidad, seguirán manteniéndolas, por la misma razón por la que BlackRock es tan grande y exitosa: dos tercios de sus aproximadamente 7 billones de dólares en activos se guardan en fondos que rastrean pasivamente los índices del mercado, en lugar de elegir acciones o bonos.

Solo el año pasado, Fink se convirtió en un villano designado del cambio climático, perseguido por los manifestantes que presionaban a BlackRock para que se desprendiera de las compañías de combustibles fósiles y otras que contribuyen al cambio climático. El anuncio del martes rápidamente recibió elogios de sus antiguos críticos y planteó la posibilidad de que otras administradoras de dinero hagan lo mismo pronto.

Lee: Los accionistas contra el cambio climático

Si bien la medida atraerá más atención a la sostenibilidad ambiental, la dura realidad de la inversión pasiva puede significar que se trata tanto de hacer una declaración como de tomar medidas inmediatas.

“Uno de los muchos desafíos de BlackRock es su gran dependencia de los índices tradicionales y cómo se abordan a la luz de su nueva política climática”, afirma Timothy Smith, director de compromiso ambiental, social y de gobierno de Boston Trust Walden, que administra 10,000 millones de dólares.

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Los mayores inversores podrían enviar un mensaje fuerte a las empresas, forzando a los ejecutivos a sentarse y escuchar: o cambian sus métodos o venderemos nuestras acciones. Tal presión ayudó en las campañas de desinversión desde la era del apartheid en Sudáfrica hasta los campus universitarios estadounidenses, donde los estudiantes se oponen a cómo se asigna el dinero de la dotación.

Pero en un periodo en el que los fondos que siguen índices están acumulando activos rápidamente, la venta no es una opción. Eso deja a compañías como BlackRock y su rival Grupo Vanguard a merced de los compiladores de índices, incluidos MSCI y la unidad FTSE Russell de London Stock Exchange Group.

Como parte del plan de BlackRock, se comprometió a presionar a los proveedores de índices para que expandan sus índices de referencia sostenibles. Los cambios también incluyen duplicar las ofertas de ETF sostenibles a 150 y salir de los productores de carbón térmico para sus aproximadamente 1.8 billones de dólares en estrategias activas.

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“El cambio climático se ha convertido en un factor determinante en las perspectivas a largo plazo de las empresas”, escribió Fink en su carta anual a ejecutivos corporativos. “La conciencia está cambiando rápidamente, y creo que estamos al borde de una reforma fundamental de las finanzas”.

A principios de enero, BlackRock se unió Climate Action 100+, un grupo de más de 370 gestores de inversiones con un total combinado de 41 billones de dólares en activos, el cual presiona a los emisores de gases de efecto invernadero para que hagan cambios.

Fink está abordando el tema a medida que los administradores de activos se ven sometidos a una mayor presión sobre la sostenibilidad y BlackRock, en particular, se enfrenta a un mayor escrutinio por su comportamiento y su historial de votación en torno a cuestiones ambientales.

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El tamaño de BlackRock la pone en una posición delicada: opera en más de 30 países y como uno de los mayores tenedores de la mayoría de las empresas que cotizan en bolsa en Estados Unidos, sus clientes incluyen grandes fondos soberanos, planes de pensiones estatales y asesores financieros con puntos de vista que no necesariamente se alinean sobre qué hacer con respecto al cambio climático y los problemas de justicia social.

Smith, de Boston Trust Walden, asegura que la firma de fondos podría comenzar a crear sus propios índices, lo que le daría indicadores que cumplan con sus nuevos criterios.

Diana Best, una estratega senior de Sunrise Project, una organización sin fines de lucro que busca reunir organizaciones para abogar por el cambio climático, cree que la carta de Fink y los cambios comerciales de BlackRock son un buen ejemplo.

“Las nuevas iniciativas de BlackRock coinciden con el tamaño de la crisis que estamos viendo”, dijo Best en un comunicado enviado por correo electrónico. “Poner el cambio climático en el centro absoluto de su negocio es la forma en que cada empresa debe responder a esta emergencia planetaria”.

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