James Salazar, subdirector de análisis económico de CI Banco, mencionó que el comportamiento del peso sorprendió en la primera mitad del año, principalmente por los tiempos de mucha volatilidad que se generaron a partir del tema de Ucrania, los confinamientos en China y las presiones inflacionarias.
“El elemento central que justifica este comportamiento positivo del peso, es que en términos relativos sigue estando bien posicionado en la parte de los rendimientos reales, es decir, una vez que las tasas nominales le descuentas la inflación, en el caso de México, pinta mejor que, por ejemplo, Estados Unidos, porque ambos países tienen inflaciones muy parecidas pero las tasas de fondeo existe una gran diferencia, y en ese sentido han jugado a favor las decisiones que ha tomado el Banco de México”, dijo Salazar.
El peso se mantiene fuerte, pese a que el índice dólar (DXY) alcanzó su mayor nivel en 20 años (105.8 puntos) a mediados de junio, por ser una de las monedas de refugio más recurrentes entre los operadores del mercado de dinero en temporadas de alta volatilidad.
Las monedas emergentes que resintieron la fortaleza de la moneda estadounidense fueron la lira turca, con una depreciación de 25.4%; el peso argentino, con 21.9%; el forínt húngaro, con 16.5% y el zloty polaco, con 11.1%.