“Pemex es un crédito líquido para el que muchos inversionistas tienen sobreponderación”, dijo Aaron Gifford, analista de deuda soberana de mercados emergentes de T. Rowe Price Group en Baltimore. “Como resultado, tiende a estar bajo una presión adicional durante un entorno de aversión al riesgo”.
Los bonos de Pemex con vencimiento en 2032 cayeron 12.5% desde principios de junio, en comparación con una baja de 4.6% en las notas de la estatal brasileña Petróleo Brasileiro con vencimiento en 2031, y una caída de 9.9% en las notas de plazo similar de la colombiana Ecopetrol, que también se vieron afectadas por la elección del presidente izquierdista Gustavo Petro. En tanto, la deuda de Petróleos del Perú con vencimiento en 2032 perdió 7.7%.
Ese desempeño se debe en parte a que el perforador mexicano tiene la carga de deuda más alta de todas las grandes empresas petroleras. Al mismo tiempo, destaca un dilema central para la empresa que no ha obtenido ganancias anuales desde 2013, pero que necesita mucho efectivo para bombear más petróleo en los próximos años.
A medida que aumenta la presión, “una venta de deuda en el momento, el precio y el tamaño inadecuados no ayudó”, dijo Hari Hariharan, director ejecutivo de NWI Management, con sede en Nueva York. “Pemex fue uno de los créditos más extendidos entre los inversionistas de mercados emergentes. Supongo que una combustión de todos estos factores causó el ensanchamiento”.
Tampoco hay expectativas de un repunte significativo en el corto plazo, pese a que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha ofrecido una garantía implícita sobre la deuda.
“Si bien las valoraciones son baratas, probablemente necesitemos ver un catalizador positivo y nuevas entradas antes de que Pemex pueda tener un desempeño superior significativo”, aseveró Gifford.