En cambio, para Amín Vera, director de inversiones en Invala Famaly Office, si bien si habría más oferta y la posibilidad de una mayor diversificación, el problema más complejo de la Bolsa mexicana es la baja demanda. “Que una Bolsa tenga relativamente pocas emisoras, no necesariamente es algo malo. Por ejemplo, las Bolsas de los países nórdicos, como Islandia, Suecia, Finlandia, Dinamarca, con pocas emisoras tienen buen volumen de demanda, incluso países más similares a México, como Estonia, Hungría o Lituania”.
¿Por qué no están en Bolsa?
La razón detrás de no hacer pública una empresa es multifactorial. Uno de los puntos es, por ejemplo, que se tiene la idea de que, si una empresa se lista en bolsa, los dueños pierden cierto control de su propia empresa, además de que debe ser más transparente y publicar toda su información, algo que no quieren los empresarios, según Rodríguez.
Vera coincide en que en México hay un problema cultural en el que los empresarios consideran que no les hace falta salir a Bolsa para financiarse. Y por el contrario en mercados más desarrollados, empresas que valen 1,000 veces más que las mexicanas entienden que entre más abiertas, más transparentes sean sus negocios y tengan un gobierno corporativo más profesional, en el largo plazo les reditúa en más ganancias, mejor financiamiento y un mejor ambiente para su propio negocio, señaló el especialista.
Otra limitante son los costos por listar acciones en Bolsa, que rondan 10% de lo que representa la oferta pública. “Es un costo alto y un trámite engorroso porque se lleva varios meses, aunque estemos hablando de empresas muy grandes. Es algo de lo que se ha buscado aligerar con la salida de la Bolsa Institucional de Valores (BIVA) pero no se ha logrado”, concluyó Rodríguez.