El peso mexicano encara una nueva etapa, en la medida que el Banco de México está cada vez más cerca de su nivel de “equilibrio” en tasas de interés, justo cuando la Reserva Federal de Estados Unidos podría frenar el paso en sus recortes. Este ajuste deja al peso con menos colchón frente al dólar y abre la puerta a episodios de mayor volatilidad, aunque los analistas coinciden en que seguirá siendo una de las divisas emergentes más resistentes.
Al peso se le agota el colchón frente al dólar con Banxico estable y Fed en duda

El “colchón” que por dos años protegió al peso se está adelgazando, ya que la brecha entre la tasa de interés de México y la de Estados Unidos pasó de un pico cercano a 6.7 puntos porcentuales en diciembre de 2022 a alrededor de 3.5 puntos actualmente.
Esta brecha define el atractivo de invertir en pesos frente al dólar, mientras más amplia, más flujos entran a México; al estrecharse, el peso pierde parte de ese “colchón” y se vuelve más vulnerable a la volatilidad.
Banxico, cerca de su tasa neutral o de equilibrio
Cuando se dice que Banxico se acerca a su “tasa de equilibrio” se refiere al punto en que la tasa de interés ya no estimula el crecimiento económico (porque pedir dinero es barato) ni tampoco lo frena demasiado (porque pedir dinero es caro). Es como alcanzar un nivel en el que la economía se mantiene estable sin que la política monetaria empuje hacia un lado u otro.
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Al mismo tiempo, la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos sí está bajando sus tasas, pero lo hace más despacio de lo esperado, porque la economía de dicho país sigue mostrando fuerza. Es decir, mientras Banxico avanza hacia un punto de neutralidad, la Fed se muestra más cauta y recorta a un ritmo menor.
“El peso responderá más al comportamiento del dólar global (DXY) que al diferencial de tasas”, resume Gerónimo Ugarte Bedwell, economista en jefe de Valmex, al apuntar que, con una desaceleración moderada en Estados Unidos y recortes graduales de ambos bancos centrales, el tipo de cambio debería conservar estabilidad con episodios de volatilidad.
En su escenario central, la Fed y Banxico harían recortes adicionales en lo que resta del ciclo, preservando un atractivo de “carry” que, si bien es menor que el de 2022, aún sostiene a los activos en pesos.
Ugarte advierte, sin embargo, que riesgos comerciales —como eventuales aranceles y su efecto en cadenas regionales— pueden generar presiones temporales sobre el peso hacia el cierre del año.
¿Cómo reaccionarán los inversionistas?
Desde el lado de los portafolios, Sura Investments considera que la reciente apreciación del peso estuvo ayudada por la debilidad del dólar y por la decisión de Banxico de retomar los recortes pese a una inflación que no cede del todo (la subyacente ronda 4% y sigue por encima del objetivo).
“En tanto Banxico siga preocupado por la debilidad económica y los datos no mejoren, es de esperar que los recortes continúen a la par de la Fed para evitar sobresaltos en el tipo de cambio y un empinamiento de la curva”, señala Mauricio Guzmán, head de Estrategia de Inversión de Sura Investments.
Con ese telón de fondo, Sura mantiene preferencia por la renta fija local, con duración y tasas nominales, las principales beneficiarias de un entorno monetario más laxo. Además, su guía interna sugiere una tasa de cierre para 2025 en torno a 7% y un rango de 6.50%-6.75% en 2026, niveles que ya rozarían la neutralidad.
Cambiar de activos en pesos a dólares
La lectura más cauta viene de Emanuel Juárez, analista de HF Markets, quien sugiere que algunos inversionistas podrían, en un momento dado, cambiar la preferencia de activos en pesos mexicanos hacia activos en dólares.
“El cierre del diferencial reduce el atractivo del ‘carry trade’ en México; si la Fed recorta más lento que Banxico, parte de los flujos podría rotar a activos en dólares”. Para Juárez, el escenario base no es un desplome del peso, sino más volatilidad y ligera depreciación si el spread (diferencial de tasas) se estrecha demasiado rápido.
La clave, coinciden los tres consultados, seguirá siendo el dólar global, ya que sin un giro fuerte hacia la aversión al riesgo en los mercados globales, el peso conservará resiliencia frente a otras monedas emergentes, pero con menos “amortiguador” que hace dos años.