El MILA, en teoría, permitiría el acceso simple y eficiente a los cuatro mercados que lo integran. Con ello, se ampliaría la oferta de productos y servicios para los inversionistas, pero nunca se logró una verdadera integración financiera. “El nombre es muy rimbombante y piensas que los capitales van a fluir libremente, pero nada más alejado de la realidad”, comenta Edgardo Cayón, profesor del Departamento de Finanzas y Economía de Negocios de EGADE Business School del Tec de Monterrey.
          Los obstáculos fueron múltiples. En primer lugar, la fragmentación normativa entre los países impidió la interoperabilidad efectiva. Las empresas enfrentaban diferentes requisitos de listado, reportes y regulaciones locales. De acuerdo con un reporte de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), el último disponible en su  página web  , en 2021 se registraron solo cinco operaciones.
          Los volúmenes de negociación de la plataforma nunca alcanzaron los de otros países, como Brasil. De hecho, fue México, que se unió hasta 2014, el mercado que sostenía las operaciones del MILA. Para Campos, además, tampoco había una gran ventaja en los costos transaccionales para los inversionistas, lo que no alentó más operaciones.
          El MILA nació con buenas intenciones y es el primer intento de integración en una región cuyos mercados accionarios enfrentan el mismo problema: poca profundidad debido a una falta de inversionistas y de emisores, y es que la gobernanza empresarial en América Latina se basa en un modelo de control familiar que limita la disponibilidad de acciones flotantes en el mercado.
          
          
          “No es que no haya empresas, tenemos el potencial de una gran cantidad de emisores, pero aquí no les gusta soltar el control. Son empresas familiares y es prácticamente imposible que emitan todas sus acciones a bolsa, como sí pasa en Estados Unidos. Y por eso, yo no creo que el MILA vaya a progresar en el mercado de renta variable”, dice Cayón.
          Donde sí había oportunidad fue en el mercado de deuda fija, el de bonos, que es el más grande e importante para los mercados en la región. En México, por ejemplo, en 2024 mientras no hubo ninguna emisión de acciones, sí se registraron 1,466 emisiones de bonos por un monto de 590,093 millones de pesos,  de acuerdo con la BMV.  
          Sin embargo, este mercado también quedó fuera de la integración. “Si tú pudieras liberar los mercados de renta fija, que los mismos gobiernos compitieran por recursos, tendrías un mercado bastante interesante, pero eso no va a pasar”, advierte Cayón.