En ese momento, las compañías exigieron un cambio en las políticas de Google (propietaria de YouTube), pero éstas no fueron modificadas por completo. Dos años después, en 2019, la historia se repitió. El bloguero Matt Watson denunció un fallo en el algoritmo de recomendación de los videos de la plataforma que permitía la interacción de pedófilos en los clips audiovisuales de menores de edad.
Las reacciones de las marcas no se hicieron esperar, pues ese tipo de contenido aparecía junto a sus anuncios. Firmas como Disney, Nestlé, Purina, McDonald’s y AT&T retiraron su inversión publicitaria de YouTube y, nuevamente, exigieron tomar acción inmediata.
La compañía de videos respondió borrando las cuentas y los canales, denunciando la actividad ilegal a las autoridades y deshabilitando los comentarios de los clips con imágenes de niños. En los últimos años ha hecho inversiones significativa para convertirse en una plataforma responsable, pues según YouTube, esta es su prioridad número uno.
Hoy, un año después de este escándalo, las marcas se unieron de nuevo para exigir a las plataformas digitales (específicamente, a Facebook) una mejora en sus políticas de contenido. Pero en esta ocasión el racismo, el odio, la intolerancia y la violencia son los protagonistas de la lucha.