Trump revive su espíritu de campaña para evitar una derrota en noviembre
CNN - Nadie sabe mejor que el presidente estadounidense, Donald Trump, lo que le funcionó en 2016, y ahora está volviendo a ello, confiando en nadie más que en sí mismo, para prevenir la amenaza de una derrota demócrata en noviembre que podría paralizar su presidencia.
En un ruidoso mitin en Tampa, Florida, el martes por la noche —que revitalizó a la multitud que abucheaba a los enemigos de Trump como si fuera una pelea de lucha libre—, el presidente mostró exactamente por qué está ansioso de volver a hacer múltiples mítines todos los días, antes de las elecciones de mitad de periodo.
Trump no será uno de esos presidentes que solo se separa a regañadientes de los pesados asuntos del Estado para hacer campaña por los legisladores del partido. Y si sufre el tradicional revés del primer periodo por parte de los votantes de mitad de periodo, no será porque no hizo suficiente campaña.
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“Es mucho más fácil actuar presidencial que hacer lo que yo hago. ¡Cualquiera puede actuar presidencial!”, declaró Trump, antes de tambalearse por el escenario en una parodia de una caminata presidencial, burlándose de las convenciones de la Oficina Oval, las cuales ha roto desde su toma de posesión, y de admitir que le gusta ser un “poco salvaje, divertirse un poco” en los mítines.
Fue un momento anárquico que destacó que la comedia es un ingrediente subestimado de la técnica demagógica de Trump. Ayuda a vincularlo con los partidarios que se sienten amargados por las instituciones de Washington que creen que los han dejado de lado cruelmente.
Pero también fue un destello de autoconciencia por parte de un político idiosincrásico que entiende íntimamente su propio método como uno de los mayores artistas políticos, cuya habilidad para avivar los resentimientos es fundamental en su atractivo para una gran parte de los votantes.
Salir de gira —en la que Trump destroza tabúes y elude la rendición de cuentas por sus tergiversaciones salvajes— le ofrece más que la posibilidad de extraer energía de aquellos que lo aman.
La manifestación de Tampa fue un recordatorio de que Trump —el hombre, el presidente y todo su proyecto político— solo puede sostenerse con la ira, la adulación y la oportunidad de romper las divisiones políticas más irritadas de la nación, las cuales solo puede encontrar en un contexto de campaña.
Fuera del auditorio en Tampa, el expresidente de la campaña de Trump, Paul Manafort, estaba de regreso en su celda después del primer día de su juicio. Se desataba la especulación sobre los confusos cambios estratégicos del abogado de Trump, Rudy Giuliani, en su defensa contra la investigación del fiscal especial. Trump estaba siendo ridiculizado por los periodistas por la escasez de informes y por eludir sus preguntas.
Pero los mítines de Trump bañan a los leales en una realidad alterna, donde las cosas marchan bien con Corea del Norte —a pesar de informes que indican lo contrario—, en los que tiene la presidencia más prolífica de la historia, y los argumentos basados en hechos que dicen lo contrario son solo noticias falsas”.
El evento del martes también contó con desagradables escenas de seguidores de Trump, coreando consignas abusivas contra periodistas presentes en la ciudad para cubrir al presidente, lo que parece ser el resultado directo de su retórica de que los medios son “el enemigo del pueblo”.
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El extraño está de vuelta
Casi dos años después de su impactante victoria electoral, Trump se presentó el martes ante sus partidarios más cercanos, como exactamente la misma voz externa del hombre olvidado y el flagelo de la corrección política que consiguió la victoria en 2016. Está jugando a la evidencia tangible de que su mala prensa y el disgusto contra los políticos de la clase dirigente siguen siendo las fuerzas impulsoras del atractivo entre su base.
Una vez más, arremetió contra el senador republicano John McCain por su voto negativo para ayudar a detener los esfuerzos del Partido Republicano para derogar la Ley de Asistencia Asequible, y renovó su embuste de que había hecho que sea seguro que los estadounidenses vuelvan a decir “Feliz Navidad”.
La pregunta para Trump a menos de 100 días de las elecciones, y considerando que el ritmo ya se está calentando para su propia campaña de reelección, es si la magia puede funcionar una segunda y luego una tercera vez fuera del confinado mundo de su base política. Especialmente este año, en que no está en la boleta.
¿O le resultará imposible al presidente transferir su atractivo a candidatos como el representante republicano Ron DeSantis, quien realiza una campaña con la imagen de Trump por las primarias de gobernador de la Florida y que disfrutó del respaldo del presidente el martes?
Luego está la cuestión de si el estilo despreocupado de Trump —visto reflejado esta semana en sus amenazas de cerrar el gobierno si no obtiene fondos para su muro fronterizo— emergerá como una distracción del mensaje republicano, y una negativa hacia los candidatos republicanos en distritos decisivos cruciales.
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Después de todo, la presidencia de Trump ha producido una narrativa más creíble de lo que los jefes republicanos podrían haber esperado a principios de este año. Pueden promocionar un fuerte crecimiento económico, un presidente que está dominando el mundo y dos nominaciones a la Corte Suprema que deleitan a los conservadores sociales, aunque -por supuesto- los oponentes de Trump desafiarán enérgicamente esa narración de logros.
Preocupación por las elecciones legislativas
Dana Bash de CNN informó el martes que el presidente le está diciendo a sus colaboradores que quiere aumentar considerablemente la cantidad de mítines que encabeza. Él argumenta que debe tomar su destino en sus propias manos, un hecho que podría explicar su reciente manía por los tuits.
Fuentes familiarizadas con el pensamiento de Trump también dijeron a Bash que está genuinamente preocupado por el resultado de las elecciones de noviembre, en las que los demócratas tienen, quizás, más de 50-50 de probabilidades de obtener la Cámara de Representantes, y así reducir seriamente su poder político en Washington.
Como en los mítines previos, el presidente dejó que su inquietud se manifestara el martes, al advertir a los votantes que necesitan estar tan comprometidos como lo estaban hace dos años.
“Para seguir en marcha, tenemos que elegir a más republicanos. Necesitamos más votos”, dijo Trump en Tampa.
El presidente también dejó ver el duro mensaje sobre inmigración que usará para avivar el fervor de su base y convertir su destacable participación en el partido que ahora controla en votos en las urnas en noviembre.
“Estas son personas a las que no les importa detener el crimen. Estas son personas a las que no les importa que la gente ingrese a nuestro país cuando no deberían estar aquí”, dijo Trump, en un ataque abrasador contra candidatos demócratas.
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Trump se jactó de un crecimiento económico del 4.1% en el segundo trimestre, dijo que su guerra arancelaria estaba reviviendo la siderúrgica estadounidense, advirtió que Estados Unidos ya no sería una “marioneta” que sus aliados estafan, se comprometió a defender el Himno Nacional y sonreía ampliamente mientras la multitud cantaba su himno anti Hillary Clinton: “Enciérrenla! ¡Enciérrenla!”.
Gran parte del mensaje de Trump podría ser radiactivo en los estados donde los miembros republicanos de la Cámara de Representantes están postulándose por distritos que ganó Clinton en 2016 y que podrían decidir el equilibrio de poder en Washington a partir de enero de 2019.
Pero todos en la Casa Blanca, y en la jerarquía del Partido Republicano, hace tiempo que dejaron de intentar controlar al presidente. Y Trump está dejando en claro que después de casi dos años de políticas para agradar a la base, no va a cambiar lo que lo llevó a donde está.
Como dijo el martes: “No soy como otros políticos. Ya han visto lo que sucede. He cumplido mis promesas”.