¿Qué pasará después?
Las protestas de 2003 llevaron a pique la ley sobre sedición y causaron la renuncia de varios funcionarios. Tras la revolución de los paraguas, el entonces jefe ejecutivo, Leung Chun-ying, decidió no postularse a un segundo mandato y las protestas cambiaron profundamente la composición de la bancada prodemocracia en el Parlamento, aunque desde entonces se ha expulsado a varios de los legisladores más radicales.
Como ocurrió con Leung, los días de Lam podrían estar contados. Aunque es poco probable que renuncie, muchos observadores creen que el furor que ha causado el proyecto de ley sobre extradición desanimará al gobierno chino a designarla para un segundo mandato y preferirán a un líder que no esté manchado por la actual crisis política.
Aunque Lam afirma que esta es su iniciativa, no está bien claro cuál es la intervención de Beijing en todo esto dado a que la política china es increíblemente impenetrable.
La prensa estatal de la China continental se ha puesto firmemente a favor de la iniciativa de ley sobre extradición y la necesidad de aprobarla rápidamente; le ha restado importancia a las protestas, cuya cobertura ha sido duramente censurada en las redes sociales chinas. Un periódico sensacionalista nacionalista, dirigido por el gobierno chino, acusó a "fuerzas extranjeras" de fomentar las protestas.
Tanto el gobierno chino como el de Hong Kong podrían pensar que ya han avanzado mucho en este asunto como para retroceder pese a la oposición concertada que se vio el domingo. Lam, en particular, ha apostado su reputación con esta propuesta.
Los legisladores prodemocracia harán todo lo que esté en sus manos para descarrilar el proyecto cuando se reanuden los debates el miércoles; tendrán, además, el mandato de un millón de personas para intensificar sus esfuerzos, que en otras ocasiones se han disipado por las rencillas en la legislatura. No obstante, les faltan votos para echarlo abajo y ningún legislador progobierno ha dicho que votará en contra, lo que garantiza que se aprobará.
En ese caso, tal vez volvamos a ver a decenas de miles de personas en las calles de Hong Kong, cortesía de un movimiento de protesta que el gobierno reavivó involuntariamente.