Corea del Norte está esperando a que Trump parpadee… o deje la presidencia
HONG KONG (CNN) — Antes, Corea del Norte soportaba la presión máxima, no la ejercía.
El jueves, 9 de mayo, el gobierno norcoreano llevó a cabo su segunda prueba de misiles balísticos en una semana, con lo que se intensificaron las tensiones con Washington que habían estado creciendo desde que colapsara la segunda ronda de negociaciones en Vietnam entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong Un.
Aunque intentar determinar las causas de las acciones de Corea del Norte suele ser un juego en el que nadie gana, seguramente no es coincidencia que las pruebas hayan tenido lugar justo después de la primera cumbre exitosa de Kim con el presidente de Rusia, Vladimir Putin. Trump, por otro lado, está encontrando dificultades en varios frentes en el extranjero.
Antes, cuando Trump tenía problemas en casa (ya fuera la investigación de Rusia, los muchos escándalos o la presión del Congreso), podía recurrir a sus éxitos en política exterior.
Arrinconó a China en el ámbito comercial con unos aranceles agresivos que sus detractores no esperaban que funcionaran; se ganó el apoyo hasta de los demócratas por los esfuerzos por cambiar el régimen en Venezuela y lo más importante: tras décadas de tensión, fue el primer presidente de Estados Unidos que se reunió con un líder de Corea del Norte para trazar el rumbo a la desnuclearización y la paz en la península de Corea.
Sin embargo, la guerra comercial se está intensificando y podría salirse de control ahora que el gobierno chino abusó de su buena suerte y las reuniones con las que se pretendía recuperar el rumbo se salieron de control, lo que provocó que le impusieran más aranceles que también afectarán a las empresas y a los consumidores estadounidenses.
Se dice que Trump también está amargado por su estrategia respecto a Venezuela , luego del fracaso del más reciente golpe del presidente interino autoproclamado, Juan Guaidó, y de que quedara demostrado que el apoyo a Maduro y su poder son más fuertes de lo que todos esperaban.
Por otro lado, parece que la relación con Corea del Norte tuvo un retroceso, ya que el gobierno norcoreano está probando armas y disparando misiles, desafiando las sanciones de Naciones Unidas en un aparente intento por obligar a Trump a hacer concesiones que no quiso hacer en su última reunión con Kim.
Más que nada, Corea del Norte quiere que se levanten las pesadas sanciones de la comunidad internacional y de Estados Unidos, que han afectado duramente a su economía y han impedido el crecimiento . Trump se retiró de su reunión con Kim en Hanói antes de lo programado porque el líder norcoreano exigió que se levantaran todas las sanciones para que hubiera más avances en la desnuclearización y dijo: "A veces tienes que retirarte".
Pero como Pyongyang está intensificando la presión, Trump tendrá que parpadear tarde o temprano, de una forma o de otra. O retoma su política de "presión máxima" y amenaza a Corea del Norte con emprender acciones militares si sigue probando misiles y posiblemente armas nucleares, o accede a reabrir el tema del levantamiento de las sanciones.
No está bien claro en qué dirección se inclina Washington. Trump dijo después del más reciente lanzamiento de misiles que Corea del Norte no estaba "lista para negociar" e insinuó que no cree que haya razón alguna para reanudar las pláticas. Sin embargo, Mike Pompeo, secretario de Estado de Estados Unidos, a quien el gobierno norcoreano culpó por el fracaso de las negociaciones, le ha restado importancia a estos lanzamientos y dijo que Corea del Norte solamente había accedido a abstenerse de probar misiles balísticos intercontinentales que pudieran llegar a territorio estadounidense.
Las tácticas duras
Por ahora, Corea del Norte tiene una buena mano aunque el riesgo de que abuse de su suerte es muy real.
Trump tiene muchos otros problemas y lo más probable es que no pueda darse el lujo de intensificar las tensiones, cosa que equivaldría a reconocer tácitamente que su estrategia respecto a Pyongyang ha sido un error.
Washington tiene otras dos palancas que puede aplicarle a Corea del Norte: sus vecinos China y Corea del Sur. Sin embargo, también podría ser una solución poco factible. China no va a presionar a Kim en nombre de Trump en plena guerra comercial y el líder norcoreano ha dejado bien claro que culpa en parte a Corea del Sur por el deterioro de las relaciones, pero particularmente a la decisión de reanudar los ejercicios militares con Estados Unidos.
"Es importante entender, antes de que sea demasiado tarde, que será difícil que haya avances en los lazos entre Norte y Sur y cualquier resultado de paz y prosperidad mientras las belicosas fuerzas militares surcoreanas sigan intactas en sus actos hostiles disfrazados y persistentes, entre ellos la reanudación de los ejercicios militares con Estados Unidos", dijo Kim tras el lanzamiento del 4 de mayo.
Tras la prueba más reciente, el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, quien alguna vez tuvo el control del proceso de paz, solo pudo emitir una advertencia fútil: si Corea del Norte "repite esta conducta, podría dificultar aún más el diálogo y las negociaciones actuales".
"Parece que Corea del Norte está muy insatisfecha con que la segunda cumbre entre Estados Unidos y Corea del Norte en Hanói haya terminado sin acuerdo", dijo Moon en entrevista con la prensa coreana. "Por eso, creo que el lanzamiento es una protesta tanto contra Estados Unidos como contra Corea del Sur. También creo que la intención es presionar para que el diálogo sobre la desnuclearización avance hacia donde ellos quieren".
El gobierno norcoreano también tiene un nuevo patrocinador sólido: Rusia. Kim y Putin no firmaron ningún acuerdo, pero al parecer su reunión en Vladivostok fue todo un éxito .
De acuerdo con Michael Elleman , analista del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, un centro de estudios con sede en Reino Unido que tiene lazos con el sector de la defensa, los misiles que el gobierno norcoreano usó en sus pruebas recientes "se parecen mucho a los misiles Iskander de fabricación rusa".
Aunque señaló que era posible que Corea del Norte hubiera importado el misil de otro lado o que hubiera copiado el diseño ruso, la explicación más probable es que se lo hubieran comprado directamente a Moscú.
"Si Corea del Norte importó Iskanders de Rusia, tiene la capacidad de lanzar ojivas nucleares a blancos en Corea del Sur con gran precisión y la capacidad de penetrar las defensas antimisiles desplegadas en el Sur", señaló Elleman.
¿Se acaba el tiempo?
Hasta ahora, la reacción de Trump a las más recientes pruebas de Corea del Norte ha sido bastante mesurada. "No tiene contento a nadie", dijo, aunque agregó: "la relación continúa". Este no es el "hombre de los cohetes".
Es probable que el gobierno norcoreano haya acertado al calcular que Trump no está dispuesto a dejar que su máximo éxito en política exterior se le vaya de las manos y podría obligarlo a regresar a la mesa de negociaciones.
Sin embargo, como China descubrió esta semana —y como Kim descubrió en Hanói—, Trump no es un presidente que reacciona bien a las amenazas ni a los intentos de poner condiciones nuevas al último minuto.
Es probable que el gobierno norcoreano esté pensando a largo plazo. Ya ha demostrado que está perfectamente dispuesto a esperar a que se vayan los presidentes estadounidenses difíciles y a que haya un cambio de dirigencia que le dé la oportunidad de reiniciar las negociaciones y de ganar tiempo para fortalecer sus capacidades militares.
El domingo, 5 de mayo, Trump acusó a China de pretender renegociar las condiciones comerciales porque esperaba conseguir un acuerdo mejor con un posible sucesor demócrata después de 2020. Aunque muchos analistas señalaron que Trump podría ser el mejor presidente de Estados Unidos que Corea del Norte iba a encontrar porque está dispuesto a romper con la tradición y quiere llegar a un acuerdo histórico, el gobierno norcoreano podría tener la impresión de que este intento falló y que le conviene más esperar al presidente número 46.
Aunque ningún otro líder estadounidense se había reunido con su homólogo norcoreano hasta que Trump llegó , el gobierno norcoreano sabrá que ahora que se ha sentado un precedente, los próximos presidentes de Estados Unidos podrían no verlo como algo imposible.
Al menos uno de los principales aspirantes demócratas a la candidatura presidencial, Bernie Sanders, alabó que Trump se reuniera con Kim e indicó que le alegraría hacer lo mismo si llega a la presidencia.
A final de cuentas, Trump está lidiando con un problema común a todas las superpotencias: entre más grande eres, más se tensa tu política exterior. Por otro lado, Kim tiene objetivos muy precisos y un buen instinto para aprovechar cualquier oportunidad que se le presente para alcanzarlos.