Una vez dentro, tuvieron que tomar una decisión imposible: quedarse hasta que se les terminaran las provisiones o salir de la universidad y arriesgarse a que les lanzaran gases lacrimógenos y los arrestaran por participar en los disturbios, delito que puede castigarse hasta con diez años de prisión.
La Policía ha estado rodeando el campus desde hace más de tres días y disparando rondas constantes de gases lacrimógenos a los manifestantes, quienes respondieron con bombas molotov improvisadas, catapultas y flechas.
Cientos de manifestantes quedaron atrapados, pero algunos lograron escapar. Las autoridades señalaron que habían procesado a 1,100 personas, de las cuales 600 se fueron voluntariamente. Arrestaron a los manifestantes mayores de 18 años; a los menores los revisaron y luego los dejaron ir, según la Policía.
Para la tarde del miércoles, 20 de noviembre, todavía había algunos adentro mientras los padres de familia, el personal de la escuela y algunos políticos locales intentaban negociar su rendición.
Desde el martes se está llevando a cabo una rendición lenta. Cuando la violencia cesó, el campus estaba en ruinas.
Sobre una de las entradas al campus flotaba una peste a basura quemada y gasolina que hacía arder la nariz.
Publicidad
En el camino hacia la cafetería de la universidad —que se había vuelto una especie de cuartel general para los manifestantes— había miles de botellas para bombas molotov sin usar.
Cuando CNN visitó el campus quedaban unos 50 manifestantes, más o menos. Algunos dormían mientras otros miraban distraídos sus teléfonos.
Al lado de la entrada, había un joven de 18 años, que llevaba un pasamontañas. La máscara solo dejaba ver sus ojos. Parecía que tenía cortadas frescas en las manos.
Los manifestantes se atrincheraron en el campus de la Universidad Politécnica desde la semana pasada luego de que los disturbios se intensificaran; varias universidades de la ciudad se usaron como fuertes y campamentos temporales. Los manifestantes habían usado el campus de la Universidad Politécnica como base desde la que emprendieron operaciones para bloquear los caminos cercanos y el túnel Cross-Harbour, que conecta a Kowloon con la isla de Hong Kong.
Para el martes, la Policía había rodeado la escuela y al parecer no quedaban salidas. Unos cuantos protestantes desesperados tendieron una soga desde un puente y huyeron a bordo de motocicletas.
El adolescente de la cafetería dijo que casi no había dormido porque temía que la Policía entrara en el campus en cualquier momento.
"Definitivamente estoy muy cansado", dijo. "Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para encontrar una salida, aunque sé que las probabilidades de [que encuentre] una salida segura se agotan con cada segundo".
Publicidad
El adolescente, al igual que los otros con los que CNN habló, se negó a dar su nombre real e incluso a que le tomaran fotografías por temor a que la Policía lo identifique y lo arreste.
Al otro lado del pasillo, frente a la cafetería, los manifestantes usaron el gimnasio como dormitorio pese a que estaba sonando una alarma. Varias personas seguían durmiendo a las 11:30 de la mañana del martes, cuando CNN entró al campus.
Afuera, unos grupos de manifestantes buscaban una salida cerca de la torre Jockey Club Innovation, una pieza arquitectónica impresionante diseñada por Zaha Hadid. Varios trataron de saltar hacia una autopista cerca de la alberca, misma que habían vaciado para usarla como campo de práctica de lanzamiento de bombas molotov. Los manifestantes argumentaron que esta clase de violencia era proporcional y tenía la intención de mantener a raya a la Policía, aunque las autoridades dicen que sus actos son peligrosos y potencialmente letales.
Una de las personas que hacían de centinela era un cirujano que se identificó como el Dr. Chiu. Chiu llegó como parte de un grupo de voluntarios para dar primeros auxilios un par de días antes y dijo que trató algunas heridas muy graves: laceraciones tan profundas que dejaban ver los músculos, costillas rotas y un brazo fracturado, por ejemplo.
A los voluntarios menos experimentados que trabajaban con él les costaba lidiar con lo que estaban viendo. "Vi a muchos otros voluntarios de primeros auxilios y a otros estudiantes, muchachos… todos lloraban", cuenta Chiu.
Hizo una pausa, respiró profundo y prosiguió diciendo que deseaba que esta generación de jóvenes pudiera haber evitado esta experiencia.
"No deberían cargar con esta clase de responsabilidad".
Sin embargo, Chiu dijo que también era importante tener empatía con la Policía de Hong Kong, a la que han criticado por el presunto abuso de la fuerza a lo largo de los casi seis meses de protestas en la ciudad.
"Han estado trabajando bajo mucha presión estos meses", dijo Chiu.
Chiu se fue a buscar una salida. Unos cientos de metros detrás iban tres muchachas, entre ellas una de 14 años que no quiso darnos su nombre real, pero que pidió que la llamáramos "Hannah".
Hannah dijo que vino no solo a defender a la Universidad Politécnica, sino a la ciudad y su libertad. Dijo que cree que es importante que los jóvenes luchen por sus derechos y por un sistema democrático.
"Sé que es duro para todos y también lo es para nosotros. Pero al enfrentar a un gobierno autoritario, no podemos tener miedo. Tenemos que seguir adelante", dijo Hannah.
Hannah explicó que la situación no ha sido fácil.
Al igual que todos los manifestantes que estuvieron en el campus durante las protestas, a Hannah le ha costado mucho trabajo dormir. Cuenta que el lunes por la mañana —cuando la Policía disparó varias rondas de gases lacrimógenos en un intento por desocupar el campus— fue particularmente difícil porque no estaban del todo preparados para su encuentro con la Policía.
Hannah cuenta que ha asistido regularmente a las protestas desde que empezaron en junio. Usualmente, su tarea consiste en neutralizar las latas de gases lacrimógenos que arroja la Policía o en volver a lanzárselas a las autoridades.
"Ya llevamos aquí más de 48 horas. Para nosotros es muy, muy duro, pero nos preocupa que la Policía tome el campus por asalto. Entonces nos quedamos aquí y esperamos a que nos rescaten".
Hannah dijo que su mamá estaba con el grupo de padres que se habían reunido cerca de la universidad para hacer un plantón y pedirle a la Policía que dejen que los estudiantes-manifestantes que están dentro de la universidad se vayan sin temor a que los arresten o los lastimen.
Isaac Yee, Chermaine Lee y James Griffiths, de CNN, contribuyeron con este reportaje.