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Argentina transita entre el éxito sanitario y el alto precio de la cuarentena

El país ha vivido un confinamiento de más de 100 días que le ha dado mejores resultados frente a la pandemia que a sus vecinos sudamericanos, pero a cambio de un derrumbe económico.
jue 02 julio 2020 05:04 AM
Hartazgo
Los argentinos han comenzado a mostrar su hartazgo ante la larga cuarentena, una de las más estrictas del mundo.

BUENOS AIRES- La cuarentena en Argentina ya superó los 100 días. Transcurrido ese largo período de confinamiento, el gobierno de Alberto Fernández tiene logros para exhibir en la carrera por evitar la propagación del coronavirus. La tasa de muertes por millón de habitantes (28) es diez veces menor a la de otros países sudamericanos como Brasil, Chile y Perú.

No obstante, ese dato muy positivo representa solo la foto de una película con final abierto. Sin horizonte de salida a una extensa cuarentena que continúa prolongándose, los argentinos se asoman a la etapa más dura de la pandemia agobiados por el derrumbe económico y una evidente fatiga social tras más de 100 días de encierro.

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"Estamos en una situación difícil dado que la credibilidad de la ciudadanía en las medidas sanitarias del gobierno ya no es tan fuerte como al inicio", dice Roberto Debbag, vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, en Buenos Aires. "Esa pérdida de credibilidad, sumada a la aparición de los efectos adversos de la cuarentena justo en el momento en el que el virus empieza a circular en la comunidad a una velocidad cada día mayor, conforma un cóctel explosivo".

Ninguno de los actuales riesgos hubieran sido imaginados el 20 de marzo. Ese día, el presidente Alberto Fernández anunciaba el inicio del confinamiento con altísimos niveles de aprobación a su gestión tras haber hecho explícito que daría prioridad a la salud por sobre la economía. La temprana y estricta cuarentena permitió achatar la curva de infectados a tal punto que el brote parecía estar controlado hacia fines de abril.

“La convocatoria del gobierno a las sociedades científicas para que lo asesoraran en la toma de decisiones provocó que la gente acatara las restricciones y eso derivó en un aplanamiento de la curva de contagios en las primeras siete semanas de la cuarentena”, dice Debbag. "El problema es que no se aprovechó ese período para incrementar con fuerza el número de testeos y, con eso, poco a poco empezaron a perder eficacia las medidas de aislamiento".

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Con 7,589 pruebas por millón de habitantes hasta el 28 de junio, Argentina registra la tasa de tests más baja de Sudamérica con excepción de Bolivia. Sin la detección rápida de los contagiados, además del rastreo y aislamiento de los contactos estrechos, el país perdió la oportunidad de bloquear los brotes en tiempos en los que todavía no había transmisión comunitaria del virus.

Este suero terapéutico es capaz de neutralizar al coronavirus

Ese déficit inicial parece condenar a Argentina al callejón sin salida de una cuarentena eterna. Según el Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) -en base al promedio de datos hasta el 23 de junio del "Government Response Stringency Index" que publica la Universidad de Oxford-, Argentina es el cuarto país del mundo en el ranking de severidad de las medidas de restricciones de actividad y movilidad de las personas, solo detrás de China, Italia y Perú. Todo indica que el país escalará más puestos en ese ranking tras la decisión del gobierno de Alberto Fernández de endurecer aún más la cuarentena entre el 1 y el 17 de julio en Buenos Aires y los municipios que rodean a la capital argentina.

La economía cruje

El nuevo ajuste de las medidas de aislamiento social apunta a contener el rápido incremento de los contagios en el conurbano bonaerense, la zona más afectada por el coronavirus en el país. En esos 27 municipios, que representan apenas el 0.5% del territorio argentino, viven unas 12 millones de personas, más del 26% de la población.

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La altísima densidad demográfica no es el único factor que incrementa los riesgos de transmisión del virus en esa región: con más del 50% de sus habitantes con ingresos por debajo de la línea de la pobreza y elevados niveles de informalidad laboral, la necesidad de salir a la calle en la búsqueda del sustento diario le viene ganando la carrera al miedo a contagiarse.

La duplicación de los casos positivos en los últimos doce días enciende luces de alerta en el conurbano bonaerense. Con el 56% de las camas de terapia intensiva ya ocupadas tanto por pacientes de COVID-19 como por otras patologías, el sistema de salud podría saturarse en los centros de salud de esa región hacia fines de julio, si se mantuviera hasta entonces el actual ritmo de contagios. Ante esos riesgos, el gobierno dispuso el viernes pasado la séptima prorrogación del confinamiento en la capital y sus alrededores, el área que aporta el 48% del PIB.

Sin una salida de la cuarentena a la vista, el impacto sobre la diezmada economía argentina amenaza con alcanzar niveles históricos. Según el FMI, Argentina está entre los seis países que registrarán un mayor retroceso del PIB este año, con una caída del 9.9%. Sin embargo, los economistas locales proyectan descensos superiores.

"La estimación del Fondo es una proyección de mínima: es factible que la economía caiga mucho más, y eso dependerá de la duración final y el nivel de restricciones que tenga la cuarentena", dice el economista Ariel Coremberg, director del Centro de Estudios de la Productividad-ARKLEMS, en Buenos Aires.

A diferencia de otros países de la región, Argentina carece de fondos anticíclicos y no tiene acceso al crédito ante una deuda pública en virtual default. Con esas debilidades a cuestas, el gobierno de Fernández está lejos de poder replicar los programas de ayuda a segmentos sociales más vulnerables y a las empresas dispuestos en Perú, Chile y Brasil. Peor aún, los subsidios lanzados para paliar la crisis vienen siendo financiados casi en su totalidad por una mayor emisión monetaria, lo que pone más presión a una inflación que ronda el 45% anual.

Ese panorama profundiza los problemas de una economía que arrastra ocho años de estancamiento y amenaza con agravar un cuadro social alarmante. En el primer trimestre –período en que solo hubo doce días de aislamiento social obligatorio-, la desocupación trepó al 10.4% de la población económicamente activa, la tasa más alta para ese trimestre desde 2006, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). Ese índice podría crecer mucho más en las próximas mediciones. De acuerdo a proyecciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), este año se perderán en Argentina entre 750,500 y 852,500 empleos. En tanto, UNICEF estimó que la pobreza infantil trepará del 53% registrado a fines de 2019 al 58.6% al cierre de este año.

Además de la caída libre de la economía y de los indicadores sociales, los argentinos ingresan a la etapa de aceleración de las muertes y contagios con un sistema de salud que empieza a exhibir fragilidades en varias regiones del país. Sin suficientes elementos de bioseguridad e higiene, Argentina es uno de los países latinoamericanos con más contagios en el personal sanitario. De acuerdo a cifras del Ministerio de Salud, hasta el 24 de junio 3.652 profesionales se habían infectado de coronavirus, y 19 de ellos fallecieron.

En ese marco, si bien la mayoría de la población continúa respaldando las medidas sanitarias, los niveles de apoyo vienen registrando una sostenida tendencia declinante. Según la consultora Giacobbe & Asociados, mientras en abril el 72,5% de la población aprobaba el manejo de la crisis del coronavirus realizada por el gobierno, esa proporción cayó al 52,1% en junio.

"En las primeras semanas Argentina fue puesta como un modelo de gestión de la pandemia en la región; hoy, ya no", dice Debbag. "Hubo un inicial éxito sanitario, pero el resultado final todavía no lo sabemos: si la curva de contagios se aplana en los actuales niveles, finalmente el resultado será positivo, pero, lamentablemente, no es lo que pienso que vaya a ocurrir en las próximas semanas".

El martes, la Organización Panamericana de la Salud dijo que Argentina alcanzará el pico de curva de contagios hasta agosto, en caso de mantenerse las condiciones actuales.

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