El Departamento de Estado confirmó la decisión y dijo que la decisión fue adoptada "con el fin de proteger la propiedad intelectual estadounidense y la información privada de los estadounidenses".
"La Convención de Viena dice que los diplomáticos de Estado deben 'respetar las leyes y reglas del país anfitrión' y 'tienen el deber de no interferir en los asuntos internos de ese Estado'", afirmó en un comunicado la portavoz del departamento de Estado, Morgan Ortagus.
La diplomacia estadounidense añadió que, en el pasado, el régimen comunista había llevado a cabo "un espionaje masivo" en Estados Unidos e interfirió en política interior, ejerció presiones sobre responsables económicos y "amenazó a las familias sinoestadounidenses que residen en China".
En el transcurso de una visita a Dinamarca, el secretario de Estado, Mike Pompeo, no dio detalles, pero reiteró sus acusaciones sobre robo chino de propiedad intelectual europea y estadounidense, algo que según dijo está costando "cientos de miles de empleos".
Pompeo mencionó el caso de los piratas informáticos chinos que en la víspera fueron imputados en Estados Unidos por intentar robar datos sobre el desarrollo de vacunas contra la COVID-19 y vulnerar los sistemas de cientos de compañías occidentales.
"El presidente Trump ha dicho 'suficiente'", insistió Pompeo, quien amenazó con nuevas sanciones por cada instancia en la que Beijing no se "comporte" de acuerdo a los deseos de Washington.