"Después de 102 días, tenemos nuestros primeros casos de COVID-19 fuera de las instalaciones de aislamiento o cuarentena. Si bien todos hemos trabajado increíblemente duro para prevenir este escenario, también lo hemos planeado y preparado", indicó Ardern en una comparecencia.
Ardern explicó que la fuente de transmisión de la COVID-19 es desconocida, ya que los nuevos pacientes no tienen ni historial de viaje ni han estado en contacto directo con ningún otro enfermo.
"Pedimos a la gente de Auckland que se quede en casa para frenar la propagación", indicó Ardern, que puso la ciudad en cuarentena, lo que implica que no puede haber reuniones de más de 10 personas, el cierre de las escuelas y la obligatoriedad de llevar mascarilla en los lugares donde no se pueda mantener distancia social.
El lunes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alabó al país como un ejemplo por haber logrado "eliminar con éxito la transmisión comunitaria".
Nueva Zelanda documentó 22 muertes en una población de 5 millones de habitantes y no había registrado transmisiones locales desde el 1 de mayo.
Como resultado, el país había disfrutado de una vida prácticamente normal sin medidas de distancia física y con la celebración de eventos culturales y deportivos con público.
Pero las autoridades sanitarias advirtieron reiteradamente a la población de que una segunda ola de infecciones era "inevitable".