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Estas son las dos juezas que Trump contempla para la vacante en la Corte Suprema

La hispana Bárbara Lagoa y la conservadora Amy Coney Barrett suenan como las principales opciones del presidente para ocupar el puesto de Ruth Bader Ginsburg.
mié 23 septiembre 2020 01:09 PM

Amy Coney Barrett y Bárbara Lagoa, juezas de cortes de apelaciones en Chicago y Atlanta, respectivamente,suenan como las candidatas más fuertes a suceder a la fallecida Ruth Bader Ginsburg en la Corte Suprema de Estados Unidos.

Los republicanos despejaron el martes el camino para votar sobre el nombramiento que el presidente hará el sábado para llenar una vacante en la Corte Suprema antes de las elecciones del 3 de noviembre, pese a la indignación de los demócratas.

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El senador republicano Mitt Romney —uno de los pocos críticos a Trump en su partido— anunció que no se opondrá a una votación en el Senado para confirmar a quien el presidente designe para suceder a Ginsburg en el alto tribunal.

En un mitin de campaña en Moon Township, Pensilvania, Trump dijo que revelaría a su nominado a las 5:00 pm locales (4:00 pm hora de la Ciudad de México) del sábado en la Casa Blanca.

"Vamos a elegir una gran mujer", dijo respondiendo a los cánticos de "¡Llena ese asiento!" de la multitud.

Trump indicó que pospondría su elección hacia el final de la semana por respeto a los servicios conmemorativos de Ginsburg, que iniciaron este miércoles en Washington y se prolongaran por tres días.

Legoa y Barret tienen en común su fe católica y que ambas fueron nombradas por Donald Trump en sus actuales trabajos. Esto es lo que sabemos sobre la trayectoria de las dos juezas.

Una jueza de origen cubano a la corte

Bárbara Lagoa tiene el típico perfil de Miami: nació en esta ciudad de Florida de padres que huyeron del gobierno comunista de Fidel Castro y creció bilingüe y conservadora. Ahora podría ser la primera jueza de origen cubano en la Corte Suprema de Estados Unidos.

La jueza nació en 1968 en Miami-Dade y creció en Hialeah, una ciudad de ese condado que se caracteriza por ser una de las menos diversas del país, con más de un 96% de habitantes que se identifican como "hispanos" y de ellos tres cuartas partes como cubanos.

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Lagoa es un motivo de orgullo para los cubano-estadounidenses del sur de Florida, pero no despierta el mismo entusiasmo entre organizaciones progresistas.

"Es una mujer sensacional", dijo el lunes Trump sobre la jueza de 52 años a la cadena Fox, mientras la Alianza para la Justicia (AFJ) manifestó su "fuerte" oposición a que sea nombrada, en razón del sentido de algunos de sus fallos.

"Bárbara Lagoa puede causar un gran daño a millones de estadounidenses", dijo a EFE Daniel Goldberg, director legal de AFJ.

Lagoa forma parte de la Corte de Apelaciones de Atlanta, fue jueza de la Corte Suprema de Florida y defendió gratuitamente en Miami a la familia del "balserito" Elián González, hace 20 años.

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Si fuera designada, se convertiría en la segunda hispana tras Sonia Sotomayor, de origen puertorriqueño, de los nueve jueces que componen la mayor instancia judicial estadounidense. También sería la única conservadora de las tres magistradas mujeres.

Analistas políticos sostienen que Trump, aparte de por sus méritos profesionales y su conservadurismo, ha pensado en ella como una baza para ganarse a los votantes latinos de Florida, un estado que puede ser decisivo en las elecciones del 3 de noviembre.

La revista Político dice que políticos republicanos de Florida como los senadores Rick Scott y Marco Rubio han promovido a Lagoa con ese fin, dada la ventaja que el candidato demócrata Joe Biden le lleva a Trump entre los latinos (62% frente a 26% según una encuesta del domingo).

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La mayoría de los modelos muestran que, el 3 de noviembre, Trump no podrá quedarse en la Casa Blanca si no gana Florida. La última vez que un republicano logró esta hazaña fue hace casi 100 años, cuando Calvin Coolidge ganó la presidencia sin obtener Florida en 1924.

Lagoa "podría ayudar a Trump a consolidar su ya sustancial apoyo aquí en Miami y en Florida entre los cubanoamericanos", dijo a la AFP Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de Florida (FIU).

Dirigentes del exilio cubano consultados por la agencia EFE negaron que se trate de "una jugada política".

"Lagoa tiene méritos suficientes para ser nominada (...) es un orgullo hispano y un ejemplo de lo que los cubanos podemos lograr en libertad", dijo a la agencia española la opositora Rosa María Payá.

En enero de 2019 el gobernador de Florida, Ron DeSantis, la nombró jueza de la Corte Suprema del estado. A la Corte Suprema de la Florida llegó tras ejercer como jueza casi 13 años en el Tribunal de Apelaciones del Tercer Distrito estatal.

Actualmente es jueza en la Corte de Apelaciones del Undécimo distrito en Atlanta, cargo para el que fue nombrada por Trump a fines de 2019 y por el que dejó la Corte Suprema de Florida.

En este puesto fue criticada por no haberse recusado en un fallo que puede suprimir el sufragio de decenas de miles de ex convictos de Florida, quienes ahora estarán obligados a pagar sus multas judiciales antes de poder inscribirse para votar. Una corte menor había calificado esta ley como inconstitucional.

El panel en el que participó Lagoa falló a favor del gobernador DeSantis, un aliado de Trump, hace apenas 12 días. "No hay nada inconstitucional en el esquema de concesión del voto de Florida", escribió la jueza en la polémica decisión.

Licenciada cum laude en artes por la FIU, con sede en Miami, Lagoa continuó estudios en la Universidad de Columbia, Nueva York, donde en 1992 se doctoró en Derecho y luego trabajó para importantes firmas de abogados.

Su fe católica es otra de sus señas de identidad. En 2019, dijo en un acto público que la "fe perdurable en Dios" que le inculcaron desde niña ha sido su sostén "a través de los altibajos de la vida".

Pero su postura frente a un asunto clave como el aborto es una incógnita. Por el momento se sabe que "ella tiene una historia muy conservadora", añadió el experto de la FIU.

La cara opuesta a Ruth Bader Ginsburg

Coney Barrett, católica también, es vista como la cara opuesta a Ginsburg, al menos en lo que se refiere al derecho al aborto, que defiende recortar en la mayoría de presupuestos.

La jueza fue secretaria de Scalia y ha sido acusada por la influyente senadora demócrata Dianne Feinstein de dogmática por la influencia que tienen sus creencias religiosas en sus determinaciones judiciales.

La declaración fue utilizada por los partidarios de Barrett para acusar de intolerancia a la propia Feinstein, y solo sirvió para impulsar su figura entre la derecha religiosa.

La conservadora Cris Network llegó incluso a hacer tazas con la imagen de la jueza impresa junto a las palabras de Feinstein.

Sin perder su postura, Barrett respondió que era capaz de distinguir entre su fe y sus deberes como juez.

En 2018, era parte de la lista de finalistas presentada por el presidente Donald Trump para un puesto liberado tras el retiro del juez Anthony Kennedy, sin embargo el lugar fue ocupado por Brett Kavanaugh después de una feroz batalla por la confirmación.

En aquella ocasión Trump afirmó: "La estoy guardando para Ginsburg", según reveló en su día el diario digital Axios.

Con apenas 48 años, su nombramiento de por vida a la banca garantizaría una fuerte presencia conservadora durante décadas en la corte, pero sus antecedentes serían un nuevo foco de tensión en un país ya polarizado.

Católica practicante y madre de siete hijos, incluidos dos adoptados de Haití y un pequeño con síndrome de Down, Barrett se opone al aborto, uno de los temas claves dentro de la polarización cultural que domina la actualidad de Estados Unidos.

Tras pasar la infancia en Nueva Orleans, en el sur conservador, se convirtió en una de las mejores estudiantes de la escuela de derecho de Notre Dame en Indiana, institución en la que enseñó durante 15 años.

Al comienzo de su carrera como abogada, trabajó como secretaria del renombrado juez conservador de la Corte Suprema Antonin Scalia y adoptó su filosofía "originalista" que entiende la Constitución tal como estaba destinada a ser leída en el momento de su redacción, en contraposición a la interpretación más progresista.

Elogiada por sus argumentos legales finamente perfeccionados, la profesora universitaria tiene un flanco débil al contar con una experiencia limitada en la presidencia de una sala de audiencias, ya que solo ocupó el cargo en 2017, tras ser nombrada por Trump jueza de la corte federal de apelaciones.

Sus críticos no están convencidos y a menudo citan los numerosos artículos que escribió sobre asuntos judiciales mientras estuvo en Notre Dame, y cuestionan sus recientes fallos como magistrada.

En la corte federal de apelaciones de Chicago, la jueza adoptó posiciones que respaldan los derechos a portar armas y se oponen a los migrantes y mujeres que pretenden abortar, además de ir en contra de la ley de Cuidados de Salud a Bajo Precio, conocida como Obamacare, la reforma de salud impulsada por el ex presidente que los republicanos han intentado desmantelar en los últimos años.

Con información de AFP y EFE

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