Además, sobre las mesas, junto a la sal y a la pimienta, habrá alcohol en gel.
"Ya veremos si sirve para algo. En todo caso nosotros hacemos lo que se nos pide", explica a EFE Matthieu Solivères, gerente del restaurante Mamie, ubicado en la popular zona de Strasbourg Saint Denis, en la que conviven temporalmente negocios que han debido bajar la persiana con los que se adaptan a las nuevas restricciones.
Su local ya había puesto en marcha las medidas higiénicas recomendadas anteriormente y se alegra de que el veto para su sector no haya sido total: "Podemos seguir trabajando y eso ya para nosotros es lo principal", señala.
Desde el final del confinamiento, el pasado 11 de mayo, según sus cálculos, ha perdido entre el 30 y el 50% de la clientela, una caída que atribuye en parte al trabajo desde casa.
Los niños de entre 6 y 11 años transmiten poco el COVID-19, según estudio
Otras medidas incluyen el cierre de ferias, salones profesionales y circos, así como limitar el acceso en centros comerciales y grandes almacenes a un cliente por cada cuatro metros cuadrados de superficie del local.
En las universidades, los anfiteatros solo podrán acoger 50% de los estudiantes y a las piscinas solo podrán acceder los niños que siguen cursos de natación. Las salas de deporte siguen cerradas.
París fue considerada zona de alerta máxima este lunes al superar los tres baremos fijados por el gobierno francés: una tasa de incidencia del coronavirus superior a los 250 casos en los últimos siete días por cada 100,000 habitantes entre la población en general, a los 100 entre las personas mayores y más del 30% de las unidades de cuidados intensivos ocupadas por enfermos de COVID-19.