Conley precisó que los últimos análisis a partir de muestras tomadas el lunes permitieron detectar trazos de anticuerpos del COVID-19 que eran indetectables en la noche del jueves.
Los anticuerpos de tipo G (IgG) suelen desarrollarse entre una y tres semanas después de la infección con COVID-19, según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).
La afirmación de Conley de que Trump ya tenía niveles detectables de los mismos este lunes, apenas cuatro días después de que la Casa Blanca asegurara que fue diagnosticado con la enfermedad —el pasado jueves por la noche—, generó estupor entre algunos profesionales médicos y analistas nada más publicarse el informe médico.
El documento de Conley omitió información específica sobre el nivel de oxígeno en sangre de Trump o su presión sanguínea, y tampoco aclaró si el presidente sigue recibiendo algún tipo de medicación, incluido el esteroide dexametasona que comenzó a tomar este fin de semana.
Trump sale del hospital y se quita la mascarilla al llegar a la Casa Blanca
Trump es de los primeros pacientes conocidos de COVID-19 a los que se ha suministrado una combinación de tratamientos potentes como el cóctel experimental de anticuerpos de la farmacéutica Regeneron que recibió el viernes; la dexametasona y Remdesivir, un antiviral que le suministraron entre el sábado y el martes.
El presidente ha experimentado al menos dos bajadas de oxígeno desde que dio positivo por la enfermedad, pero el lunes, al llegar a la Casa Blanca desde el hospital militar donde estuvo ingresado, pidió a los estadounidenses no "temer" a la enfermedad ni dejar que "domine" sus vidas.
No obstante, Trump no está todavía fuera del periodo en el que, según el consenso médico, los pacientes de COVID-19 son más vulnerables; un plazo que dura entre siete y diez días desde que se registran los primeros síntomas, algo que en el caso del presidente ocurrió supuestamente el pasado jueves.
Con información de EFE y AFP