En la isla griega de Samos, que dista apenas diez kilómetros del epicentro del seísmo, se han contabilizado dos muertos y ocho heridos.
Los fallecidos son dos adolescentes de 15 y 17 años, un chico y una chica que iban del instituto a sus hogares cuando quedaron atrapados por un muro que se derrumbó en una calle estrecha.
Los menores fueron localizados gracias a que sus padres encontraron sus teléfonos móviles junto a los escombros.
Los equipos de rescate encontraron a la chica ya muerta mientras que el joven fue trasladado inconsciente en estado muy grave al hospital, donde falleció.
"Fue el caos, nunca hemos vivido eso... Hasta ahora no tenemos víctimas. Algunos edificios han sido dañados, una iglesia en particular", situada en el puerto de Karlovassi, declaró a Ert Giorgos Dionysiou, el vicealcalde de Samos.
A pesar de las fuertes tensiones que los separan, Turquía y Grecia se comprometieron a ayudarse mutuamente.
En una entrevista telefónica, los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países "subrayaron que están dispuestos, en caso de necesidad, a ayudarse y apoyarse mutuamente", declaró el gobierno turco en un comunicado.
El movimiento telúrico fue también sentido en Estambul, capital económica del país enlutada hace 20 años por un potente terremoto.
Pero el gobernador de la provincia de Estambul, Ali Yerlikaya, señaló que no se constató ningún daño.
"Todas nuestras instituciones comenzaron a desplazarse al lugar para iniciar los esfuerzos necesarios", declaró el presidente, Recep Tayyip Erdogan, en Twitter.
Turquía se ubica en una de las zonas sísmicas más activas del mundo. En 1999, un sismo de magnitud 7.4 sacudió el noroeste del país, causando más de 17,000 muertos, un millar de ellos en Estambul.
El pasado enero, un terremoto de magnitud 6.7 dejó unos cuarenta muertos en la provincia de Elazig, este.
En 2011, un terremoto de 7.1 en la provincia de Van dejó más de 600 muertos.
Con información de AFP, EFE y Reuters