"Acabamos en un camerino con unas treinta personas a la espera de que llegara nuestra suerte. Escuchamos tiros durante los primeros veinte minutos y después el impacto del terrorista que se hizo explotar", cuenta Laplaud a EFE.
Su mujer y él pasaron así dos horas y media, sin saber además qué había sido de sus tíos, que se habían quedado atrás y encontraron refugio en el tejado.
"Cuando nos evacuaron tuvimos que pasar a través de los cuerpos para salir. Nos dijeron que cerráramos los ojos, pero resultó extremadamente difícil. Son imágenes que se nos han quedado grabadas para siempre", añade.
Laplaud, que tiene 37 años, es ahora el vicepresidente de la asociación Life for Paris, que agrupa principalmente a supervivientes. De los 1,500 espectadores de esa noche, 90 fueron asesinados.
Un dolor irreparable
Entre las víctimas mortales figura el español Juan Alberto González, ingeniero industrial de 29 años y residente en París desde hacía dos. Había ido a Bataclan con su mujer, con la que se había casado meses antes, y con un amigo.
Su madre, Cristina Garrido, se enteró del ataque por televisión desde Madrid: "Le empecé a llamar, pero no me cogía el teléfono. Sabía que había ido a un concierto, pero no le había preguntado a cuál. Era muy aficionado a ir a escuchar música".
El amigo y la nuera salieron ilesos y fue esta última quien le comunicó que Juan Alberto se había quedado inconsciente dentro de la sala. Ella cogió el primer avión y tras una búsqueda angustiosa en hospitales y en el centro de crisis habilitado por el gobierno para informar a los allegados, le confirmaron su muerte ese sábado.