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¿Qué pasó en Myanmar? Esto sabemos sobre el golpe militar de Estado

El ejército de Myanmar detuvo a Aung San Suu Kyi, la líder de facto del país, y al presidente Win Myint, y tomó el poder del país del sureste asiático.
mar 02 febrero 2021 06:39 PM
Protestas tímidas
El martes por la noche, en el barrio comercial de Rangún, los habitantes hicieron sonar sus bocinas y golpearon ollas y sartenes para protestar contra el golpe. Algunos gritaron "Viva la madre Suu”.

Un día después de que el Ejército de Myanmar tomara el poder y detuviera a la líder Aung San Suu Kyi y varios miembros del gobierno, el país del sureste asiático vive con aparente calma, con un movimiento de protesta tímido.

El cambio más llamativo en las calles de Rangún, la mayor ciudad del país, fue la desaparición de la mayoría de las banderas rojas de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de la venerada premio Nobel de la paz, un encono de la lucha por la democracia en Myanmar.

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Fue uno de los pocos recordatorios de la turbulenta jornada del lunes en una ciudad donde se notó una actividad menor, pero con la mayoría de las tiendas y bancos abiertos y sin grandes dispositivos de seguridad, como la víspera. Esto es lo que sabemos sobre la situación actual en Myanmar.

El golpe de Estado en Birmania suscita condenas internacionales

Un golpe sorpresivo

Un día después del golpe en Myanmar, los expertos se preguntan sobre las motivaciones de los militares y evocan el riesgo del aislamiento internacional, una crisis económica agravada por la pandemia y ver tambalear un sistema político históricamente controlado por el ejército.

"El golpe de Estado fue una sorpresa", dijo a la agencia AFP Sophie Boisseau du Rocher, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales. "Hacía tiempo que había fricciones entre el gobierno civil y los militares, pero no pensábamos que fueran a actuar tan repentinamente".

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Los acontecimientos del lunes —el despliegue de soldados y vehículos blindados alrededor del parlamento, el arresto domiciliario de Aung San Suu Kyi, jefa de Estado de facto del país, y la oleada de detenciones— despiertan muy malos recuerdos entre los birmanos que vivieron bajo el yugo de la dictadura militar durante casi 50 años desde la independencia del país, en 1948.

El golpe de Estado en Birmania suscita condenas internacionales

Los generales justificaron su golpe por las irregularidades en las elecciones parlamentarias de noviembre, ganadas mayoritariamente por la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Aung San Suu Kyi, irregularidades desmentidas por la comisión electoral.

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La sombra del genocidio contra los rohinyás

Estos sucesos "dañan considerablemente la imagen del país, ya empañada por la tragedia de los musulmanes rohinyás", dijo Sebastian Strangio, autor de varios libros sobre el sudeste asiático.

Más de 750,000 rohinyás huyeron en 2017 de los abusos del ejército para refugiarse en Bangladés, una crisis que ha llevado a Birmania a ser acusada de "genocidio" ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el máximo tribunal de la ONU.

Las denuncias de violaciones, asesinatos y aldeas de rohinyás incendiadas hicieron que Aung San Suu Kyi, ganadora del premio Nobel de la Paz, perdiera el apoyo de gran parte de occidente. La líder, que llegó a la presidencia de Myanmar en 2015, defendió la actuación de su ejército ante la CIJ.

Como figura principal del estado, Suu Kyi también parece estar poco preocupada por el destino de los cerca de 600,000 rohinyás que permanecen en Birmania y viven en condiciones similares a las del apartheid, según las oenegés de derechos humanos.

Un equilibrio delicado

El golpe también destruye el frágil equilibrio entre el gobierno civil y los militares, que era sin embargo en gran medida favorable a los militares.

El ejército se hizo una Constitución a medida, aprobada en 2008, que le permite mantener un fuerte control de la política birmana, incluso cuando no está en el poder.

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Los militares controlan tres ministerios (Ejército, Seguridad Interior y Fronteras) y el 25% de los escaños del parlamento y también están presentes, a través de poderosos conglomerados, en la economía del país.

"La relación entre el gobierno y el ejército era complicada", afirma a la AFP Hervé Lemahieu del instituto Lowy en Australia. "Este régimen híbrido, no autocrático del todo ni completamente democrático, se ha derrumbado bajo el peso de sus propias contradicciones”.

Había numerosos puntos de discordia. Aung San Suu Kyi no era elegible para el puesto de presidente, según la Constitución. Pero el cargo que se inventó a su medida (Consejera de Estado) para dirigir de facto el país no gustó nada a los generales.

También se produjeron desacuerdos sobre las conversaciones de paz con las facciones rebeldes y la reforma constitucional a la que se oponía el ejército y que era una prioridad de la nueva legislatura para la LND.

La victoria masiva (más del 80% de los escaños) de la Liga Nacional para la Democracia en las elecciones de noviembre "exacerbó aún más las tensiones, convenciendo al jefe del ejército, Min Aung Hlaing, de que la Constitución ya no era un baluarte suficiente" para proteger las prerrogativas de los militares, dijo Strangio.

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El general, que ahora concentra el poder, está cerca de la jubilación y los expertos creen que este golpe también le permite satisfacer sus ambiciones políticas personales.

¿Dónde está Aung San Suu Kyi?

Aung San Suu Kyi, conocida como la “dama de Rangún”, volvió a ser puesta bajo arresto domiciliario, en la capital política del país, Naypyitaw, según un diputado de su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), que pidió el anonimato por temor a represalias.

"Nos dijeron que no nos preocupáramos. Pero estamos preocupados. Será un alivio cuando podamos ver imágenes", dijo.

Al parecer, los vecinos la vieron paseando por el jardín amurallado de su residencia oficial.

La jefa de Estado de facto de Birmania está a salvo por el momento, afirma el politólogo Khin Zaw Win.

"Toda nuestra información indica que está fuera de peligro", dijo a la AFP.

Pero es probable que el ejército haya tomado la decisión estratégica de mantenerlo oculta, según Hervé Lemahieu, del instituto australiano Lowy. "Creo que la idea es realmente mantenerla fuera de la vista del público", dijo a la AFP.

"Está retenida en Naypyidaw (...) lejos de los principales centros de población donde pueden reunirse los manifestantes. Creo que es una elección deliberada", aseguró.

Los generales "se dan cuenta de que si enfermara o muriera mientras está detenida, la gente sospecharía un acto criminal y podría llevar a la violencia", añadió.

Estar detenida en manos de los militares no es algo nuevo para Aung San Suu Kyi. Tras la victoria de su partido en las elecciones generales de 1990 se vio obligada a permanecer bajo arresto domiciliario en varias ocasiones por los militares, que se negaban a abandonar el poder.

Confinada en un chalé de estilo colonial de su familia a orillas del lago Inya, en Rangún, Suu Kyi pronunciaba con frecuencia discursos sobre la democracia ante multitudes de cientos o incluso miles de partidarios, reunidos al otro lado de la valla del jardín.

Protestas tímidas

Veinticuatro horas después del golpe, la gente todavía tenía miedo a hablar por temor a represalias.

"La gente tiene miedo de criticar abiertamente, aunque no nos gusta lo que está pasando", dijo Maung Zaw, que regenta un pequeño puesto de carne, mientras un taxista confesó estar "preocupado y asustado”.

Sin embargo, el martes por la noche, en el barrio comercial de Rangún, los habitantes hicieron sonar sus bocinas y golpearon ollas y sartenes para protestar contra el golpe. Algunos gritaron "Viva la madre Suu”.

En la capital económica de más de 5 millones de personas, no había señales de una presencia militar significativa, lo que demuestra la confianza de los militares en su control del país, según los observadores.

Jóvenes birmanos anunciaron en las redes sociales una campaña de "desobediencia civil", aunque todavía no se materializó en la calle.

Pero el golpe de Estado también tiene apoyos. Cientos de partidarios del ejército se congregaron cerca de la pagoda de Shwedagon, agitando la bandera del país.

El ejército prometió celebrar nuevas elecciones "libres y justas" una vez que se levante el estado de emergencia de un año, pero los birmanos se mostraron pesimistas.

El ejército prometió celebrar nuevas elecciones "libres y justas" una vez que se levante el estado de emergencia de un año, pero los birmanos se mostraron pesimistas.

Una reacción internacional dispareja

La reacción a la toma del poder por parte del ejército de Myanmar, que se concreto sin violencia, no ha sido unánime. Estados Unidos tras definir la situación como un "golpe de Estado", advirtió que reducirá su ayuda a Myanmar. La ONU y la Unión Europea (UE) también habían condenado unánimemente el golpe.

"Pido a la comunidad internacional que muestre su solidaridad con el pueblo birmano en este momento, y que todos los Estados con influencia tomen medidas para evitar el derrumbe de los frágiles avances democráticos y en derechos humanos que Myanmar ha logrado en su transición desde un régimen militar", señaló Michelle Bachelet, la Alta Comisionada de las Naciones Unidos para los Derechos Humanos, en un comunicado.

La ex presidenta chilena señaló que entre los 45 detenidos tras la declaración militar de un estado de emergencia se encuentran líderes políticos pero también defensores de derechos humanos, periodistas y activistas.

Bachelet subrayó que la fuerte presencia de fuerzas de seguridad en la capital, Naipyidó, y en otras ciudades del país, alimenta los temores a que haya "una violenta represión de las voces disidentes".

"Recuerdo a los líderes militares que Myanmar está obligada por las leyes internacionales de derechos humanos, que incluyen el respeto a la reunión pacífica, y pido que se abstengan de usar la fuerza de forma innecesaria o excesiva", concluyó.

Paralelamente a las declaraciones de Bachelet, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, expresó su profunda preocupación y subrayó que los últimos acontecimientos "representan un serio golpe a las reformas democráticas en Myanmar”.

China se ha negado en cambio a criticar a nadie, limitándose a pedir a todas las partes que "solucionen sus diferendos”. Este martes, el ministerio de Relaciones Exteriores pidió a la comunidad internacional que no "complique aún más la situación” en el país asiático.

La posición de China ha dificultado que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, del que México forma parte, tome una decisión sobre la situación en Myanmar. "China y Rusia han pedido más tiempo", dijo un diplomático tras la reunión, que duró poco más de dos horas, solicitando el anonimato.

"Aún se está discutiendo una declaración", confirmó otro diplomático, también bajo condición de anonimato.

Según un borrador recibido por la AFP, que no menciona ninguna sanción, el texto expresa la "profunda preocupación" generada por la situación en Myanmar, condena "el golpe de Estado militar" y exige una "liberación inmediata" de las personas detenidas ilegalmente en el país. El Consejo también podría exigir el levantamiento del estado de emergencia declarado por un año.

Durante la crisis de los musulmanes rohinyás en Myanmar, víctimas de un "genocidio" desde 2017 según la ONU, China se opuso a todas las iniciativas del Consejo de Seguridad, impidiendo declaraciones comunes e incluso reuniones sobre el tema. Beijing alegaba entonces que el conflicto con la minoría musulmana era un asunto interno del país.

Las declaraciones de China restan presión al ejército, que parece poco preocupado por la condena internacional.

"No creo que el riesgo de oprobio internacional preocupe a los altos mandos", afirma Renaud Egreteau, experto en Birmania de la Universidad de Hong Kong.

Su principal prioridad es tratar de encontrar una salida a la "casi mítica Aung San Suu Kyi", que sigue siendo venerada en su país, asegura.

Con información de AFP y EFE

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