No obstante, su dependencia de recursos externos como la inversión extranjera, la cooperación y financiamiento de organismos multilaterales de crédito, hace que la sostenibilidad económica sea vulnerable a los cambios, según analistas.
En el último año la recuperación descansó en las remesas familiares por casi 1,400 millones de dólares —de enero a agosto— y aportes del Banco Mundial, el FMI, el BID y el BCIE de más de 1,000 millones este año, según el analista Eliseo Núñez.
Debido al aislamiento internacional en que ha caído el gobierno, ese financiamiento "va a detenerse" en 2022 y Ortega no lo va a poder solucionar", advirtió Núñez.
Pero el ministro de Hacienda y Crédito Público, Ivan Acosta, con optimismo asegura que "la paz, seguridad y estabilidad económica", es posible cuando se deponen "diferencias" en favor del "interés nacional".
4. Exclusión y migración
Las calles son un mercado ambulante, desde agua helada para el sofocante calor hasta accesorios para vehículos; en las casas florecen ventas de abarrotes, ropa usada, pollo asado, mascarillas contra el COVID-19.
"La gente vive con lo mínimo, el costo de la vida es demasiado alto, se hacen negocios de sobrevivencia", dijo a la AFP el economista Luis Núñez.
Ortega tendrá que reñir con ese malestar creciente por las alza continuas de las tarifas de servicios básicos.
La pobreza alcanza a 1.6 millones, de 6.5 millones de nicaragüenses, según datos oficiales de 2014. Estudios independientes de la Fundación Internacional para el Desafío Económico Global (FIDEG) revelan que la pobreza creció en 2016 del 39% al 42%. No hay cifras actualizadas.
La migración es una válvula de escape, ya sea por razones económicas o políticas. Unas 100,000 personas han salido de Nicaragua desde 2018, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).