Y escribió: "Entre tanto, recuerden que la insurrección se produjo el 3 de noviembre", día de las elecciones presidenciales que el republicano afirma, sin la menor prueba, haber ganado. Según los sondeos, una mayoría de simpatizantes republicanos también lo piensa.
Trump, que perdió las elecciones de 2020 por más de siete millones de votos frente al demócrata Biden, no tiene la intención de mantener un perfil bajo, pese a la investigación parlamentaria que intenta dilucidar si él y su entorno desempeñaron algún papel en este asalto que conmocionó a Estados Unidos.
Todo lo contrario: el ex presidente quiere un hueco en su partido y apartar a todos aquellos que no respalden su discurso de que le han robado las elecciones.
"Se puede decir que el comportamiento de Trump no tiene precedentes en la historia estadounidense. Ningún expresidente ha intentado hasta este punto desacreditar a su sucesor y al proceso democrático", estima Carl Tobias, profesor de derecho de la universidad de Richmond.
¿Qué responderá Biden, quien hablará el jueves desde el Capitolio, el lugar donde miles de simpatizantes de su rival republicano intentaron impedir que el Congreso certificara su elección?
El presidente repite que la democracia estadounidense se encuentra en un "punto de inflexión" y que él puede salvarla.
Desde que fue elegido ha sido reacio a plantar cara frontalmente al "otro tipo" o al "tipo de antes", las fórmulas utilizadas por Biden y por la Casa Blanca para evitar nombrar a quien, tal vez, tenga que afrontar de nuevo en las presidenciales de 2024.