Pero los abogados de Washington apelaron, garantizando que no se lo mantendría en aislamiento punitivo en una prisión federal de máxima seguridad y que recibiría un tratamiento médico adecuado.
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El caso de Assange se ha convertido en causa para los defensores de la libertad de expresión, para quienes WikiLeaks tiene los mismos derechos que otros medios a publicar material secreto, si es de interés público.
Pero el gobierno estadounidense, que lo ha acusado de 18 cargos que incluyen espionaje, afirma que Assange no es periodista sino pirata informático y la divulgación de documentos sin editar puso en peligro la vida de sus informantes.
Si es extraditado, podría ser condenado a un máximo de 175 años, aunque la sentencia exacta es difícil de calcular.
"Estoy aliviada más allá de lo que puedo expresar", afirmó a la AFP Sue Barnett, una manifestante de 61 años originaria de Nottingham, en el norte de Inglaterra, que enarbolaba una pancarta donde podía leerse "10 años son suficientes, liberen a Assange ahora".
"Todos nos temíamos lo peor", agregó rodeada de varias decenas de partidarios del fundador de WikiLeaks que se habían reunido a las puertas de la Alta Corte de Londres y animaban a los automovilistas a hacer sonar sus bocinas en señal de apoyo.
Assange está recluido en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, cerca de Londres, desde que en abril de 2019 fue detenido por sorpresa dentro de la embajada ecuatoriana después que el entonces presidente Lenín Moreno le retirase el asilo concedido por su predecesor Rafael Correa.