"La cuestión no es la de la vacuna, es la de nuestra libertad", explicó el sábado por la mañana a la AFP Kimberly Ball, quien viajó cinco horas junto a su esposo para sumarse a las protestas.
"Es muy, muy difícil. (...) Algunas personas que conocemos, amigos, han perdido sus trabajos debido a estas" obligaciones de vacunación, lamentó.
Las medidas sanitarias establecidas por las provincias canadienses están entre las más restrictivas de Occidente. La de Quebec se ubica entre las regiones del mundo que más días de confinamiento ha impuesto a su población.
El movimiento de protesta canadiense es respaldado, entre otros, por el ex presidente estadounidense Donald Trump y el multimillonario Elon Musk.
Pancartas contra Trudeau, banderas canadienses, fogatas junto a las que se calientan los manifestantes, refugios improvisados y tiendas de campaña se multiplican en las calles de una ciudad que tiene reputación de tranquila.
"No estoy de acuerdo con la forma de actuar de Trudeau ni con su dictadura", declaró a la AFP Martin Desforges, un camionero de 46 años proveniente del norte de Quebec, donde permanece junto a su esposa en una camioneta estacionada desde el inicio del movimiento frente al Parlamento y a pocos metros de las ventanas de la oficina del primer ministro.
"Vacunarse debe ser una decisión tomada entre una persona y su médico. El gobierno no tiene que intervenir", alega John Hawley-Wight, quien se unió a la protesta hace dos días.