Muchas figuras del mundo político y mediático del periodo son criticados hoy por haber abusado de la autocensura para no molestar al Kremlin.
Tras la caída de la URSS en 1991, Finlandia abandonó su neutralidad para adherir claramente al campo occidental, ingresando a la Unión Europea en 1995 y luego convirtiéndose en socio, aunque no miembro, de la OTAN.
"Éramos un pequeño país entre el yunque y el martillo", subraya el profesor Teivo Teivainen de la Universidad de Helsinki.
"Mucha gente acepta que la 'finlandización' hace parte de nuestra historia", considera. "Pero evocar el término ya sea en referencia a Finlandia o a Ucrania, es una ofensa" para muchos, dice el experto.
"Nuevas situaciones"
La idea de que una "finlandización" de Ucrania pueda resolver las tensiones con Rusia e incluso solucionar el conflicto que dura desde la anexión de Crimea en 2014, provoca vivas reacciones del lado este del báltico.
Para el ex presidente estonio Toomas Hendrik Ilves, "Finlandia no habría sido considerada una democracia" durante el periodo de finlandización.
"No era bueno ver eso", añadió. Mencionó en especial el caso de Urho Kekkonen, poderoso presidente durante 26 años y cuyo mandato fue proplongado por una simple decisión parlamentaria.
"Las viejas palabras para situaciones nuevas funcionan poco", dijo Stubb en Twitter.
Acercamiento entre Rusia y Francia para resolver la crisis en Ucrania
El ex jefe de la diplomacia finlandesa, quien estuvo implicado en las mediaciones para el cese del fuego entre Rusia y Georgia en 2008, rechaza firmemente la idea de que la finlandización pueda representar una vía de salida al bloqueo del asunto ucraniano.
"Ninguna gran potencia, Rusia o cualquier otra, debe decidir sobre la línea a adoptar por Ucrania en materia de su propia seguridad", agregó.