En los últimos días se incrementaron las discusiones entre las partes, pero no se ha logrado ningún avance para resolver la crisis, que los occidentales describen como la más peligrosa desde el fin de la Guerra Fría, hace tres décadas.
Rusia, que se anexionó la península de Crimea en 2014, niega cualquier intención bélica hacia Ucrania, pero condiciona la desescalada a que la OTAN le asegure que ese país nunca será incorporado a la Alianza militar transatlántica. Una condición que los occidentales consideran inaceptable.
En paralelo, Moscú anunció nuevas maniobras militares en la frontera ucraniana, que se suman a las que ya está realizando desde el jueves en Bielorrusia, un país vecino de Ucrania.
Además, la Marina rusa está realizando maniobras en el mar Negro.
Los líderes europeos se adentraron en un frenesí diplomático en las últimas semanas para tratar de desactivar la crisis, incluyendo visitas a Moscú del presidente francés y próximamente del jefe de gobierno alemán.
Las negociaciones a cuatro bandas celebradas el jueves en Berlín, en las que participaron Rusia, Ucrania, Alemania y Francia, evidenciaron la brecha que separa a Moscú de los occidentales y de su aliado ucraniano.
Rusia lamentó el viernes que esas discusiones no arrojaran "ningún resultado".
La presidencia francesa informó, por su parte, que Macron hablará el sábado con Putin.
Moscú insiste además en que el gobierno ucraniano negocie directamente con los separatistas prorrusos del este, a quienes el ejército ucraniano combate desde 2014 en un conflicto que ha dejado más de 13,000 muertos.
Pero Ucrania se niega, considerando que el único interlocutor legítimo es el gobierno ruso, al que acusa de apoyar a los separatistas.
Aún así, Kiev señaló el viernes que "todo el mundo tiene voluntad de obtener un resultado" y que las negociaciones continuarán.
Con información de AFP Y Reuters