Las lluvias se han calmado desde el fin de semana, y el lunes prácticamente no llovió durante la noche, según el Instituto Nacional de Meteorología.
Los equipos de rescate siguen movilizados ya que decenas de personas siguen desaparecidas. La esperanza de encontrar supervivientes es escasa.
Unos 10,000 soldados, fontaneros y electricistas han sido desplegados en las zonas afectadas para ayudar. También se está intensificando el apoyo aéreo para el traslado de mercancías, se van a instalar sistemas de purificación de agua y tiendas de campaña para los evacuados.
En las morgues, las autoridades intentan acelerar las autopsias de las víctimas ante la afluencia de cadáveres.
Al menos 270,000 estudiantes no pudieron volver a clase tras el feriado de Pascua, pues más de 600 escuelas resultaron afectadas.
Además, casi 4,000 casas quedaron destruidas y más de 13,500 dañadas. Unas 40,000 personas tuvieron que abandonar sus hogares.
Sudáfrica, que se enfrenta a una catástrofe natural sin precedentes, suele librarse del mal tiempo que azota regularmente a sus vecinos, como Mozambique y Madagascar.