"Alto el fuego inmediato" y "diálogo" han sido algunos de los deseos y demandas más oídos en la tribuna de la ONU de la boca de los latinoamericanos y otros países del Sur, así como críticas a las sanciones impuestas por la comunidad internacional para doblegar la determinación del presidente ruso Vladimir Putin a someter a Ucrania bajo su férula.
"Estas medidas han dañado la recuperación económica y han amenazado los derechos humanos de las poblaciones vulnerables, incluidos en los países europeos", recordó Bolsonaro antes de advertir que la "estabilidad, la seguridad y la prosperidad del ser humano está en serio riesgo si el conflicto persiste o se propaga".
El canciller ucraniano, Dmytró Kuleba, no estuvo de acuerdo: "las sanciones no son la causa del problema" y se trata sobre todo, de que Putin "no se salga con la suya", dijo en un evento el lunes.
Debut de Petro y Boric
Ante la intención de Europa de que América Latina se sume a su cruzada contra Rusia, el mandatario colombiano, Gustavo Petro, pidió que "no nos presionen para alinearnos en los campos de la guerra (...) Que los pueblos eslavos hablen entre sí”.
El presidente colombiano denunció el fracaso de la guerra antidrogas y la destrucción de miles de vidas y de la selva amazónica por parte de la estrategia de persecución.
"Han aumentado los consumos mortales, de drogas suaves han pasado a las más duras, se ha producido un genocidio en mi continente y en mi país, han condenado a las cárceles a millones de personas", señaló el primer presidente de izquierda de Colombia, principal productor mundial de cocaína.