Una amenaza a la democracia
Profunda es la herencia del destierro en América Latina. Desde sus inicios en la época colonial hasta el presente, esta herramienta del poder continúa en uso, a pesar de violar derechos humanos protegidos por acuerdos internacionales.
En los últimos años, gobiernos autoritarios la han usado para intentar silenciar voces como las de Anamely Ramos, Lorent Saleh y Ana Quirós, entre muchos otros, quienes les resultan “una amenaza”. El académico Luis Roniger explica que esto también perjudica el diálogo político. “Las democracias, para ser efectivas, tienen que medirse también por la posibilidad de disentir”, indica.
Para la fecha de publicación de este reportaje, Anamely Ramos, Lorent Saleh y Ana Quirós siguen desterrados de sus países de origen, sin posibilidad de volver y, en algunos casos, despojados de sus propios documentos de identidad. “Me detienen con 26 [años] y salgo con 30”, señala Saleh. “Después de 30 años es que vine a saber qué se sentía ser un ciudadano”.
Para ellos, disentir fue el comienzo de un viaje largo y difícil fuera de sus patrias, pero cuyo destino no pasa necesariamente por el silencio ni el desarraigo. “Esto no hace que yo deje de seguir luchando por mi país”, dice Saleh. “Sigo trabajando por la justicia, sigo pensando, sigo desvelándome por lo que pasa en Venezuela. Sigo comprometido”.
Investigación: Yadiris Luis Fuentes (Cuba), Fernanda Hernández (México), Mariana Recamier (México), Karem Nerio (México), Diana Cid (Venezuela), Elmer Rivas (Nicaragua), Isidora Varela L. (Chile), Alejandro Castro (México), María Lucía Expósito (Cuba), Isela Barranzuela Chuica (Perú) y Bryan Alviárez Vieites (Venezuela).