Sin embargo, en este nuevo documento se destaca que, si se quiere celebrar una misa en el llamado rito "tridentino" en las iglesias parroquiales o se pide autorización de este misal por parte de sacerdotes que fueron ordenados después del 16 de julio de 2021, el obispo diocesano "está obligado a informar al Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que evaluará los casos individuales".
La limitación de las misas en latín habían causado malestar en el ala más tradicionalista y conservadora de la Iglesia católica.
Tanto que, en diciembre de 2021, la Congregación para el Culto Divino del Vaticano se vio obligada a responder a algunas dudas expresadas por miembros de la Iglesia y calificó de "triste" la división que suscitó el documento.
"Es triste ver cómo el vínculo más profundo de unidad (...) se convierte en motivo de división: es tarea de los obispos salvaguardar la comunión, condición necesaria (...) para poder participar en la mesa eucarística", aseveraron.
En este documento, la congregación del Culto Divino consideró "un hecho innegable" que aquel histórico concilio "sintió la urgencia" de reformar el misal para que los fieles participaran "plena, activa y conscientemente de la celebración litúrgica".
En 2007, Benedicto XVI ya había declaró que el misal salido del Concilio Vaticano II "es y permanece" como el "normal" de la liturgia, aunque facilitó recurrir al "tridentino", en latín eclesiástico, de forma "extraordinaria".