Los límites que los científicos califican de "seguros" son los que garantizan unas condiciones estables y resilientes en la Tierra; los "justos" son los que minimizan la exposición humana a los daños más significativos (como la pérdida de vidas, los desplazamientos forzosos, la pérdida de alimentos o de recursos como el agua, la seguridad nutricional o las enfermedades crónicas).
"Nos hallamos en el Antropoceno, lo que pone en peligro la estabilidad y la resiliencia de todo el planeta", declaró Johan Rockström, autor principal del estudio, en alusión a la nueva época geológica marcada por el impacto del ser humano en el planeta.
"No podemos tener un planeta biofísicamente seguro sin justicia; esto incluye establecer objetivos justos para prevenir daños significativos y garantizar el acceso a los recursos a las personas y transformaciones justas para lograr esos objetivos”, corroboró Joyeeta Gupta, copresidenta de la Comisión de la Tierra y profesora en la Universidad de Amsterdam.
Más allá del clima
Además del clima, los investigadores fijaron esos límites "seguros" y "justos" también en términos de biodiversidad, agua dulce, y diferentes tipos de contaminación del aire, el suelo o el agua, y concluyeron que en la mayoría de los casos se han superado y que los seres humanos están asumiendo riesgos "colosales" y poniendo en riesgo la estabilidad y la resiliencia del planeta.
Por ejemplo, entre el 50 y el 60% de la naturaleza global debería permanecer intacta —algo que ya ha sido incumplido, tanto en términos de seguridad como de justicia—.
El porcentaje de alteración del caudal del agua superficial no debería superar el 20%, un límite también ya rebasado. El aprovechamiento del agua subterránea no debe ser superior a la capacidad de recarga de los acuíferos, otro límite incumplido también, tanto en términos de seguridad como de justicia.
Los investigadores advirtieron también que los ciclos de fertilizantes como el nitrógeno o el fósforo superan también los límites que se consideran seguros y justos y que muchas actividades humanas están alterando los flujos naturales del agua y liberando cantidades excesivas de nutrientes en los ríos, lo que plantea serias amenazas para los ecosistemas y para las contribuciones vitales que hacen al bienestar de las personas.
Con información de AFP y EFE