Merlande, una mujer haitiana, de 39 años, cuerpo fornido y mirada tímida, decidió atravesar con ocho meses de gestación la selva que divide a Colombia de Panamá, junto a dos mujeres, sus esposos y dos niñas más. Ese recorrido de cuatro días, de despeñaderos y crecientes ríos, controlado por grupos criminales, era su única opción para buscar otra oportunidad lejos de Chile, a donde llegó a trabajar como limpiadora doméstica hace más de dos años huyendo de la violencia en Haití.
“El costo de vida es muy alto allá; todo está caro, la comida, el arriendo. Sin documentos, no se puede tener un buen trabajo y, aunque intentamos regularizar nuestra situación, fue imposible”, explica.
Más de 166,000 migrantes cruzaron el Tapón del Darién entre enero y mayo de 2023, cinco veces más que el mismo periodo de 2022. Luego de los venezolanos (82,054), los haitianos son la segunda mayor población en atravesar esa ruta con 31,493 personas; pero en la lista hay ecuatorianos, chinos, chilenos, indios, afganos, sirios y personas de una veintena más de nacionalidades que se dirigen hacia Estados Unidos.
“En la selva nos robaron 1,300 dólares. Nos dejaron sin dinero. Nos robaron en Colombia y en Panamá. Pero solo nos robaron”, dijo Merlande porque sabe que en esa selva los robos suelen darse acompañados de secuestros, violaciones y asesinatos.