Nota de la editora: Esta es la primera entrega de la colaboración con Expansión, donde publicaremos los principales hallazgos de la investigación Los bosques que perdimos. Este texto es un resumen y adaptación de Los bosques que perdimos: ¿cómo combatir la deforestación con datos incompletos? y Los bosques que perdimos: los gobiernos detrás de los picos de deforestación en Latinoamérica .
Es octubre de 2022. Una nueva alerta llega a Paoyhan, una comunidad indígena asentada en el distrito Padre Márquez, al norte de la Amazonía peruana. Alrededor de 30 personas acaban de entrar a la comunidad a deforestar. De inmediato, una brigada de vigilancia se prepara para realizar un operativo comunal sin autoridades estatales.
Sólo meses antes, en abril del mismo año, la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) informó que había logrado recuperar un cargamento equivalente a 80 camiones con madera ilegal extraída de América Latina y el Caribe, la región que alberga más del 50% de los bosques primarios y biodiversidad del mundo. La mercadería estaba valuada en más de 700,000 dólares y se incautó como parte de la operación Arcadia Lac, que involucró a 12 países, entre ellos Perú, Argentina, Colombia y Panamá, movilizando a autoridades policiales, forestales y aduaneras.