Para cambiar la tendencia, los países deben combinar la ayuda humanitaria con el fortalecimiento de las cadenas locales de suministro de alimentos, afirmó Kevin Mugenya, director de sistemas alimentarios de Mercy Corps, un grupo de ayuda internacional, en una entrevista con Reuters.
"Los países necesitan soluciones localizadas", añadió.
Si no se aceleran los progresos, cerca de 600 millones de personas podrían seguir padeciendo hambre en 2030, principalmente en África.
Esto representa "unos 119 millones de personas más que si no hubieran ocurrido ni la pandemia de covid-19 ni la guerra en Ucrania", apuntaron las agencias de la ONU.
Una “nueva normalidad”
Los principales factores de inseguridad alimentaria —conflictos, contracción económica y catástrofes climáticas— y las recientes desigualdades se han convertido en una "nueva normalidad", apuntaron.
Álvaro Lario, el presidente del FIDA, apuntó a la falta de inversiones y de "voluntad política para llevar a la práctica soluciones a gran escala".
Cindy McCain, directora ejecutiva del PMA, alertó a su vez que el hambre aumenta "al tiempo que los recursos que necesitamos urgentemente para proteger a los más vulnerables se están reduciendo peligrosamente”.
Para ella, "nos enfrentamos al mayor desafío que hemos visto".
Al igual que el año anterior, 2,400 millones de personas sufrieron de inseguridad alimentaria aguda o moderada en 2022. En otras palabras: tres de cada 10 personas carecieron de acceso a una alimentación adecuada.
Por otro lado, la posibilidad para las poblaciones de acceder a una alimentación saludable se deterioró en todo el mundo, debido al impacto prolongado de la pandemia en las economías y al auge de los precios de los alimentos, subrayó la ONU.
Más de 3,100 millones de personas no pudieron permitirse una dieta equilibrada en 2022, provocando desnutrición, carencias u obesidad.
Con información de AFP y Reuters