Uno de los jóvenes era Giona, una italiana de unos 20 años que dijo estar "desgarrada por la dicotomía entre (su fe católica) y la identidad transgénero".
Francisco respondió que "el Señor siempre camina con nosotros (...) Incluso si somos pecadores, Él se acerca para ayudarnos. El Señor nos ama como somos, este es el amor loco de Dios".
La Iglesia católica enseña que los miembros de la comunidad LGBTIQ deben ser tratados con respeto, compasión y sensibilidad, y que se deben respetar sus derechos humanos.
Si la Iglesia puede y debe ser más acogedora con las personas LGBTIQ, por ejemplo ofreciendo bendiciones para las uniones entre personas del mismo sexo, es un asunto especialmente delicado.
Francisco ha dicho "quién soy yo para juzgar" en una respuesta a una pregunta específica sobre los homosexuales, y ha condenado las leyes que criminalizan a los miembros de la comunidad LGBTIQ como un pecado y una injusticia.
Al mismo tiempo, el pontífice de 86 años ha reafirmado que el matrimonio sólo puede entenderse como una unión para toda la vida entre un hombre y una mujer. Apoya las leyes civiles que otorgan a las parejas del mismo sexo derechos en asuntos burocráticos como las pensiones y la asistencia sanitaria.