Las muestras del asteroide Ryugu contenían dos compuestos orgánicos, lo que refuerza la hipótesis de que objetos celestes como cometas, asteroides y meteoritos que bombardearon la Tierra en sus inicios sembraron el joven planeta con los ingredientes primordiales para la vida.
La muestra de Bennu es “mucho más grande, por lo que podremos hacer muchos más análisis”, dijo Simon.
Al igual que otros asteroides, Bennu es una reliquia del sistema solar primitivo. Dado que su química y mineralogía actuales prácticamente no han cambiado desde que se formó hace unos 4,500 millones de años, posee valiosas pistas sobre los orígenes y el desarrollo de planetas rocosos como la Tierra.
Incluso podría contener moléculas orgánicas similares a las necesarias para la aparición de microbios.
Los asteroides contienen “pistas sobre cómo se formó y evolucionó el sistema solar”, explicó Melissa Morris, directora del programa Osiris-Rex de la NASA. “Es la historia de nuestro propio origen”.
Al chocar contra nuestro planeta, "pensamos que los asteroides y los cometas trajeron materia orgánica, potencialmente agua, que ayudó a desarrollar la vida en la Tierra", dijo Simon.
Los científicos creen que Bennu (de 500 metros de diámetro) es rico en carbono y contiene moléculas de agua encerradas en minerales.
La superficie del asteroide resultó ser menos densa de lo esperado. Comprender mejor su composición podría resultar útil en el futuro.
Existe un pequeño riesgo (una probabilidad en 2.700) de que Bennu golpee la Tierra en 2182, lo cual sería catastrófico. En 2022 la NASA logró desviar la trayectoria de un asteroide impactándolo
Con información de AFP y Reuters