Pero a largo plazo, Israel, en situación de guerra casi permanente desde 1948, se beneficia de su propia situación geopolítica.
El grupo público IAI defiende su capacidad de adaptación a través de la necesidad de defender su propio territorio. "Cada guerra aporta nuevas competencias, nuevas capacidades y no debemos dejarnos sorprender", apuntó Boaz Levy, su presidente.
Yuval Steinitz, jefe de Rafael, el otro gigante de la industria israelí de defensa, destacó por su parte que su grupo destina anualmente hasta 5,000 millones de séqueles (1,200 millones de euros, 1,300 millones de dólares) a la investigación. "Siempre hemos estado en una carrera armamentista con nuestros enemigos, esto es algo que sabemos gestionar", afirmó.
Al respecto, Rubin confirma que Israel exporta "sistemas militares desarrollados por su propia defensa, basados en las lecciones de sus guerras recientes y a menudo ya probados en combate".
Queda por gestionar la adecuación entre las necesidades de un país muy pequeño —Ucrania tiene una superficie 30 veces superior— y la lógica de las potencias occidentales.
"La prioridad de la industria de defensa de Israel es satisfacer sus necesidades estratégicas por encima de todo. Cuando estos requisitos difieren de los de Europa, es poco probable que se realicen adaptaciones significativas para satisfacer los mercados de exportación", según Chapman.